Anabella
Hace tres meses
Entramos al departamento de Andrey en completo silencio. La puerta se cerró tras nosotros con un clic que me hizo estremecer. Mis pasos se movían con cautela, sin saber qué esperar, hasta que algo llamó mi atención: un camino hecho de pétalos rojos que se extendía frente a mí, llevándome hacia la terraza. No entendía nada, pero mi corazón latía con fuerza, como si supiera que algo importante estaba por suceder.
Cuando llegué a la terraza, me quedé paralizada. Allí, en medio del espacio abierto, había un arco enorme hecho con rosas rojas que formaban un corazón perfecto. Y justo en el centro, con letras delicadas, leía: ¿Me aceptas como tu esposo?
No podía creerlo.
—¿Qué es todo esto?
Andrey no respondió inmediatamente. Su expresión era la misma que siempre: inexpresiva, casi fría, como si ocultara todo lo que sentía detrás de un muro invisible. Sin embargo, en sus ojos vi una intensidad nueva, un fuego que no había notado antes. Se arrodilló frente a mí, sacando una pequeña caja negra de su bolsillo. Mi corazón pareció detenerse. Todo alrededor desapareció.
Nunca había sentido amor, o al menos nunca lo había reconocido. Pero ahora, mientras lo veía allí, con esa mirada dura y tan llena de significado, supe que lo amaba. No de la manera dulce o inocente que había leído en libros, sino de un modo retorcido, posesivo y brutal. Lo quería mío, aunque eso significara perder una parte de mí misma.
—Anabella De Angelis —dijo, su voz grave y firme—. ¿Quieres ser mi esposa?
Sentí que me faltaba el aire. Mi mente luchaba por encontrar la respuesta correcta, pero mi corazón ya había decidido por mí.
—Sí —respondí sin dudar, sin pensar en las consecuencias. Solo sabía que, en ese momento, era lo correcto.
Andrey se levantó y, con la misma seriedad que lo caracterizaba, deslizó el anillo en mi dedo. Sus ojos no se apartaron de los míos. Luego, tomó mi rostro entre sus manos y me acercó a él. Su beso fue lento, intenso, casi como un reclamo silencioso de que ahora pertenecíamos el uno al otro.
Sus labios se deslizaron por mi mejilla, dejando un rastro ardiente, y luego acariciaron mi oreja.
—Eres mía —murmuró, su voz baja y posesiva.
Sentí que sus manos bajaban por mi espalda, trazando cada curva, cada contorno, con una familiaridad que me hacía estremecer. Sus dedos se enredaron en mi cabello, tirando suavemente, inclinando mi cabeza hacia atrás mientras sus labios recorrían el camino hacia mi cuello. Cada beso, cada caricia, era una mezcla de dulzura y dominación, un recordatorio constante de la dualidad de su amor: posesivo y protector, oscuro y ardiente.
—No sabes cuánto te deseo —susurró contra mi piel.
Mi respiración se aceleró, mi corazón latía frenéticamente bajo su toque.
—Hazme tuya —susurré, mi voz apenas un murmullo.
Una sonrisa peligrosa se dibujó en sus labios antes de besarme nuevamente, esta vez con una urgencia feroz, como si necesitara demostrarme, de una vez por todas, que pertenecía únicamente a él.

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Mafia And Love
Roman d'amourAnabella de Angelis lo tiene todo: fama, belleza y secretos. Andrey Nikolaev no cree en el amor, solo en el poder. Él es la mente más temida de la Cosa Nostra. Ella, una mujer condenada por su propio cuerpo. Un matrimonio impuesto. Una pasión incont...