Capitulo 7

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Anabella

El brazo de Andrey pesa pesadamente alrededor de mi cintura, su aliento caliente creando una suave caricia contra mi cuello, y la pierna sobre la mía está ejerciendo presión, cortándome la circulación. Aun así, ¿por qué se siente extrañamente reconfortante despertar junto a él?

Empujo con suavidad su brazo, me deslizo fuera de su abrazo y me levanto con rapidez. Andrey sigue profundamente dormido, su cabello hecho un completo desastre y su rostro tranquilo y casi dulce en el sueño.

¿Qué está mal conmigo?

Salgo de la habitación, dirigiéndome hacia la mía. Al cerrar la puerta, me dejo caer al suelo. Las lágrimas empiezan a caer por mis mejillas, deslizándose sin control.

Tras haberme duchado y elegido meticulosamente mi atuendo, decido llamar a Sophia. Vino a buscarme para volver al modelaje. Sin embargo, el pensamiento de dejar este lugar, que se ha convertido en mi hogar temporal, se siente raro.

—Hola, bebé.

—Hola, ¿ya estás lista?

—Sí, estoy a punto de tomar el taxi.

Una sonrisa se dibuja en mis labios, aunque también siento un nudo en la garganta.

—Nos vemos en el aeropuerto, cariño.

Al colgar, un suspiro escapa de mis labios mientras me preparo mentalmente para partir.

Voy hacia la cocina, donde encuentro a Khristeen disfrutando de su desayuno. Me acerco y la abrazo con cariño.

—Te extrañaré, Cariño —le digo con nostalgia.

Ella me mira y sonríe con ternura.

—Yo también, Bella.

La abrazo un poco más fuerte antes de soltarla y despedirme. Alice, Anthony y... Andrey, todos aún dormidos, así que decido no despertarlos para no entristecerme más.

Al llegar al aeropuerto, diviso a Sophia entre la multitud. Me acerco y ella me recibe con un abrazo.

—Hola, bebé —me saluda con alegría.

—Hola —respondo, notando una marca en su cuello.

—¿Tuvo buena la noche? —pregunto con una sonrisa pícara, señalando la marca.

Sophia se sonroja y rápidamente se tapa la marca.

—No es lo que piensas —dice con rapidez.

—No te hagas la inocente —bromeo—. ¿Quién es el afortunado?

Ella niega con la cabeza.

—Nadie, Bella.

Entrelazamos nuestros brazos y empezamos a caminar por el aeropuerto.

—Es... pero no quería que pasara —admite, con un leve rubor en sus mejillas—. Él solo tenía que llevarme al hotel.

—No me digas que... —comienzo, con los ojos abiertos de par en par.

Ella asiente.

—Me escapé del hotel antes de que él despertara.

—Vaya... ¿Y es bueno en la cama? —pregunto con curiosidad, intentando animarla.

Sophia lanza una mirada reprobatoria.

—¡Bella!

—Vamos, cuéntame.

—Es muy bueno —confiesa con una sonrisa tímida.

No puedo evitar soltar una carcajada.

—Nunca pensé que tú y Anthony... Eso es increíble.

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