Anabella
Estos días han sido un completo caos. Esta mañana, mamá me ha llamado diciéndome que están en Nueva York y quieren arreglar las cosas conmigo. Lo único que le he pedido es que finjamos que nada ha pasado.
Después de casi tres horas fingiendo en la maldita fiesta, finalmente regresamos a casa... a la casa de Khristeen. Mamá y Manuel quieren que vuelva a casa y les he prometido que lo pensaré.
Alexander estaciona el coche y nos abre la puerta. Estoy exhausta, me duelen los pies por culpa de los zapatos. Aunque estoy acostumbrada a usarlos, siempre termino con dolor en los pies.
Antes de entrar a la casa, escuchamos un chillido proveniente de detrás de los arbustos, cerca de la puerta.
—¿Qué fue eso? —pregunta Khristeen, con una expresión de sorpresa en su rostro.
—Debe ser un gato —dice Alexander.
De repente, escuchamos el chillido nuevamente, pero esta vez, más fuerte y desgarrador.
Eso no era un gato. Conocía ese chillido a la perfección. Solía visitar orfanatos y hospitales, y había escuchado ese sonido demasiadas veces. Era un bebé.
—Es un bebé —me acerco al lugar de donde proviene el sonido, con el corazón latiendo con fuerza en mi pecho.
Khristeen también se acerca.
—Mierda —exclamo mientras me agacho y tomo al bebé en mis brazos.
Está envuelto en una manta sucia y raída. Lo recojo con cuidado, asegurándome de no hacerle daño. Está respirando, pero débilmente. Es un bebé muy chiquito, apenas unas semanas de vida. Lo examino detenidamente, buscando señales de lesiones o maltrato, pero aparentemente está ileso. El bebé está solo, envuelto en esa manta sucia, sin pañal ni ropa que lo abrigue.
—Vamos adentro —dice Alexander, con urgencia en su voz.
Entro rápidamente, sintiendo el frío penetrante contra mi piel y preocupada por el pequeño ser que sostengo entre mis brazos. Es tan delicado, tan vulnerable.
Me desplomo en el sofá, cuidando de mantener al bebé envuelto en la manta sucia. Khristeen se sienta a mi lado.
—Voy a buscar una manta o algo limpio para cubrirlo —digo, entregando al bebé a Khristeen—. ¿Puedes revisarlo mientras tanto?
—Todavía no soy doctora, Bella —responde Khristeen, con preocupación en su voz.
—Pero lo serás, cariño. Por ahora, haz algo, por favor —le suplico, con la esperanza de que encuentre algo útil.
Me apresuro hacia el armario donde guardan las sábanas y las mantas. Encuentro una manta antigua.
Regreso y le quito la manta al bebé, reemplazándola con una limpia. Es evidente que necesitamos ir de compras lo antes posible.
Mantengo al bebé cerca de mi pecho, tratando de calmarlo con movimientos suaves mientras observo a Alexander, cuya expresión de enfado es evidente.
Entra Anthony seguido de Andrey, acompañados por Alice, quienes se detienen en seco al ver la escena.
Entra Anthony seguido de Andrey, acompañados por Alice, quienes quedan atónitos ante la escena.
—¿Qué está pasando? —preguntan en coro.
—Esto —responde Alexander, señalándome a mí y al bebé con un gesto brusco—. ¿Alguien puede explicarme esto?
Anthony y Andrey intercambian una mirada nerviosa. Anthony suelta una risa nerviosa, tratando de ocultar su incomodidad detrás de una sonrisa forzada.
ESTÁS LEYENDO
Mafia And Love
RomanceBrutal, frío y magnífico en su ilegalidad, Andrey Nikolaev no es solo la realeza de la mafia. Como consigliere de la Cosa Nostra, su poder es tan vasto como temido. Cada decisión que toma puede cambiar el destino de su imperio criminal. También es u...