capítulo 2

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Mikaila.

Doy vueltas en el pasillo, nerviosa por cómo comunicarle mi decisión a Magnus. Finalmente, me decido a entrar sin anunciarme, y veo a mi hermano concentrado en unos papeles en su escritorio.

—Buen día, Aila. ¿Qué necesitas? —pregunta sin levantar la vista.

Me siento frente a él, sintiendo los nervios aumentar.

—¿Cómo sabes que soy yo? —pregunto, un poco sorprendida.

Levanta la vista y sonríe levemente.

—Nadie se atrevería a entrar como tú lo haces, pequeña mariposa.

Jugueteo con mis manos, tratando de encontrar las palabras correctas. Magnus nota mi nerviosismo.

—No tienes que estar nerviosa. Lo que sea que quieras decirme, dilo —me anima.

No es que Magnus me prohíba salir o hacer algo, pero irme del país podría ser una noticia difícil de aceptar. Decido ser directa, sabiendo que a él no le gustan las evasivas.

—No voy a dar rodeos, ya que sé que odias eso. Tomé la decisión de irme a estudiar a Londres —digo de una vez.

Sus ojos verdes me examinan mientras arquea una ceja. Se recuesta en su silla y mira por la ventana detrás de él. Me levanto y rodeo el escritorio para quedarme frente a él.

—Magnus, dime algo, por favor —le pido.

Suspira y se levanta, la diferencia de altura entre nosotros es notable; él mide 1,96 metros, y yo, 1,56 metros, lo que me hace sentir pequeña a su lado. Recuerdo cómo solía compararme con Tontín de "Blanca Nieves" por mi estatura.

—Ya tomaste una decisión. No importa lo que diga, eres muy terca cuando te propones algo —dice con una mezcla de resignación y cariño.

No está enojado, pero sí molesto por no haberle informado antes.

—¿Estás enojado? —pregunto, buscando su reacción.

Niega con la cabeza y vuelve a sentarse, tomando los documentos de nuevo. Me acerco y le doy un beso en la cabeza antes de salir, dejándolo solo.

Voy a la oficina de Francis, golpeo y espero su respuesta.

—Entra —escucho desde el otro lado de la puerta.

Francis me señala la silla para que tome asiento.

—Buen día, princesa —me saluda.

Le sonrío, sabiendo que a pesar de que le he dicho que puede tutearme, prefiere seguir con el formalismo.

—Buen día, Francis. Lamento interrumpir —digo, restándole importancia.

—No interrumpes nada, princesa —responde con una sonrisa.

Francis es un excelente consejero y le tengo mucho cariño, casi como un tío.

—Le dije a Magnus que quiero irme a estudiar a Londres —comento—. No lo tomó nada bien.

—No se preocupe, yo hablaré con Magnus para que trate de entenderlo —ofrece.

—Gracias, Francis —digo, levantándome para no quitarle más tiempo.

Me despido y regreso a mi habitación. Al principio pensé que era solo un capricho, pero la idea ha estado en mi mente durante meses, y esperé a cumplir los 18 para irme.

Me pongo un vestido con un pequeño escote, ya que estaré en el palacio todo el día. Ludmila entra sin previo aviso para ayudarme con el peinado.

—La cena está lista, princesa —me avisa mientras comienza a peinarme.

Ludmi, como la llamo, tiene permiso para entrar sin tocar y la considero más una amiga que una sirvienta. Estoy pensando en llevarla conmigo.

—Terminamos, princesa —dice al finalizar, alejándose para que pueda verme en el espejo.

Opto por unas trenzas sencillas que me quedan bien. Los Lancrotte tienen una autoestima alta, especialmente Magnus, quien se considera la perfección en persona.

—Gracias, Ludmi —le digo mientras la miro—. ¿Magnus bajará a cenar?

—Sí, princesa. El rey cenará con usted —responde.

Ambas salimos de la habitación y saludo a los guardias en el pasillo. Al llegar al comedor, veo a Magnus sentado en su lugar y me acerco para tomar asiento a su lado. La cena se sirve, y comemos en completo silencio, con una tensión palpable en el aire.

—¿Cuándo te irás? —pregunta finalmente, sin mirarme.

—En una semana —confieso.

Resoplo, molesta por su actitud de ignorarme. Aunque nunca hemos tenido grandes peleas, nuestra relación es excelente. Después de la muerte de nuestros padres, Magnus tuvo que madurar rápidamente y dejó de ser el niño que solía jugar conmigo, aunque siempre trató de hacer tiempo para mí.

La corte intentó hacer lo mismo conmigo, quitarme mi niñez y prepararme como reina, pero Magnus se opuso, diciendo que uno era suficiente. Cuando cumplió 18, modificó la jerarquía para colocarme por encima de él. No solo me ama, sino que también me adora.

Durante un tiempo, los otros reinos hablaron sobre nosotros, sugiriendo una relación incestuosa. Cuando Magnus se enteró, declaró la guerra y la ganó.

No importa cuánto disfrute lastimar o matar a los demás, Magnus siempre será todo para mí.

—¿Mandaste a Francis para que hablara conmigo? —pregunta, cambiando de tema.

—No, ni siquiera le mencioné que me iba —miento, y él me mira con su conocida expresión de desconfianza.

—No entiendo por qué quieres irte. Aquí tenemos las mejores universidades —indaga.

—No es por las universidades, es porque nunca he estado en Londres —respondo.

—Tampoco has ido a China, y no por eso te irías a estudiar allá, ¿o sí? —se burla.

Le pongo los ojos en blanco y sigo comiendo.

—Temo que te guste demasiado y decidas quedarte —confiesa.

Lo miro, sorprendida. Nunca me iría a vivir a otro lugar; amo mi nación.

—Estás delirando. Solo estudiaré y volveré —afirmo.

—No le hables a tu hermano mayor de esa forma, pequeña mariposa —bromea.

—Disculpe, Su Alteza. No quise ofenderlo —le sigo el juego.

—Técnicamente, tienes un rango más alto que el mío; eres mi reina —dice con una sonrisa.

—Cuando me vaya a Londres, me quedaré en el palacio Lancrotte —le aclaro.

Asiente y se levanta cuando termina de cenar.

—Debo seguir trabajando. El oro no crece en los árboles —dice, dándome un beso en la cabeza antes de irse.

Sonrío, sabiendo que he logrado irme sin que haya desacuerdo entre nosotros.







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Hola!

Espero que le guste el cap.

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