La infancia de mikaila.
El aroma del té de jazmín llenaba la pequeña sala iluminada por el sol. Mikaila, sentada delicadamente en una silla acolchada, observaba con fascinación cómo su madre, la reina Elizabeth, vertía el líquido caliente en una diminuta taza de porcelana. La mirada de su madre, siempre suave y llena de amor, se posaba sobre ella, haciéndola sentir segura.
-Toma, mi pequeña mariposa -dijo Elizabeth, sonriendo mientras le extendía la taza -. Sabes, cuando yo tenía tu edad, mi madre me enseñaba cómo servir el té de esta misma manera.
Mikaila, con apenas cinco años, intentaba imitar a su madre en cada movimiento. A pesar de ser tan joven, ya tenía un porte que reflejaba su linaje real, pero seguía siendo una niña en el fondo, ansiosa por aprender y jugar.
-¿Y me enseñarás a mí, mamá? -preguntó con su voz dulce, mirando a su madre con admiración.
Elizabeth rió suavemente y asintió, acariciando el cabello rubio casi blanco de su hija.
-Por supuesto, querida. Pronto serás una experta en servir té y muchas otras cosas.
Antes de que pudieran continuar, la puerta se abrió y Magnus, el rey, entró con una sonrisa juguetona. Al verlo, los ojos de Mikaila se iluminaron de inmediato.
-¡Papi! -gritó la pequeña, bajándose de la silla y corriendo hacia él.
Magnus la levantó en el aire con facilidad, haciéndola girar mientras ella reía a carcajadas.
-¿Cómo está mi princesita hoy? -preguntó él, apretándola contra su pecho mientras ella lo abrazaba con fuerza.
-Estaba tomando el té con mamá -respondió Mikaila, con una enorme sonrisa en su rostro-. ¿Quieres jugar conmigo, papá?
Magnus fingió pensarlo por un momento, luego la dejó suavemente en el suelo y se arrodilló frente a ella.
-Claro que quiero jugar contigo. Pero solo si me enseñas cómo tomar el té como lo haces con mamá.
Elizabeth observaba la escena con ternura desde su lugar en la mesa, sabiendo que esos momentos simples eran los que más atesoraba. La pequeña Mikaila se veía tan feliz junto a su padre, y ella no podía evitar sentirse orgullosa de la familia que habían construido.
-Muy bien, papi -respondió Mikaila con seriedad, imitando los gestos de su madre-. Primero, tienes que sentarte muy recto y esperar a que te sirva.
Magnus la miró con una sonrisa juguetona mientras tomaba asiento, adoptando una postura exageradamente recta.
-¿Así? -preguntó él, provocando más risas en Mikaila.
Elizabeth sonrió mientras observaba a su esposo y su hija. Para ella, esos pequeños instantes eran los que más valor tenían. Magnus, un rey tan poderoso y temido por muchos, se convertía en un hombre dulce y dedicado cuando estaba con su familia. Y Mikaila, su pequeña mariposa, era la luz que los mantenía unidos.
-Perfecto, papá -dijo Mikaila, sirviendo imaginariamente el té con delicadeza, imitando a su madre-. Ahora tienes que beberlo con elegancia, como lo hace un rey.
Magnus, siempre dispuesto a complacerla, levantó la taza imaginaria y la llevó a sus labios, bebiendo con exageración mientras Mikaila se reía sin parar. Para ella, su padre era su héroe, y esos momentos de juego eran lo más preciado de su día.
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Mi Dulce Ángel
FanfictionPecados placenteros >> trilogía el rey Mikaila lacrontte es dulce amable era todo lo que christopher desea y mas. Christopher morgan era todo lo apuesta a la princesa.