Mikaila.
Desperté al amanecer, todavía envuelta en el dolor que el ataque me había causado, pero al menos el entorno parecía un poco más familiar. El día anterior había sido un torbellino de emociones: la llegada de Magnus y la intensa discusión sobre mi seguridad. No me había sentido tan abrumada desde la muerte de nuestros padres. Aunque su abrazo había sido un consuelo, la tensión en la habitación seguía palpable.
El sol se filtraba a través de las cortinas, y el silencio de la mañana se rompió con el sonido de la puerta abriéndose. Un doctor entró, con un maletín en la mano y una expresión profesional en su rostro. Lo había visto el día anterior, cuando me atendió después del ataque, y había sido un alivio contar con su ayuda experta.
-Buenos días, Princesa Mikaila -dijo con una voz tranquila y profesional- ¿Cómo se siente hoy?-
-Buenos días -respondí con una voz apagada, aún sin muchas ganas de hablar -El dolor está ahí, pero es más manejable-
El doctor se acercó a la cama y comenzó a examinarme con cuidado. Su experiencia era evidente en cada movimiento, y me sentí algo reconfortada al saber que estaba en buenas manos. Mientras él revisaba mi herida, intenté centrarme en mantener la calma y no pensar en el malestar.
El proceso fue meticuloso, y en medio del examen, escuché un suave golpeteo en la puerta. Luciana y Romina, mis amigas, entraron en la habitación. Sus rostros mostraban preocupación y alivio a partes iguales al verme despierta y consciente.
-¡Mikaila! -exclamó Luciana, acercándose con rapidez -¿Cómo estás? ¿Te sientes mejor?-
-Hola, Luciana, Romina -saludé con un débil intento de sonrisa -Estoy bien, considerando las circunstancias. Gracias por venir-
Romina se unió a la conversación, su rostro aún pálido de la preocupación.
-Hemos estado tan preocupadas. No podemos creer que esto haya pasado. ¿Cómo está tu hermano?-
-Él está aquí -dije, señalando a Magnus que estaba sentado cerca- Es la primera vez que nos encontramos en londres-
Luciana y Romina voltearon para mirar a Magnus, quien se había mantenido en un discreto segundo plano durante el examen médico. Se levantó de inmediato y se acercó a ellas, su actitud formal y algo distante, pero claramente cordial.
-Mucho gusto en conocerlas -dijo Magnus -Soy Magnus, el rey de Lancrotte. He oído mucho sobre ustedes-
Luci y Romina intercambiaron miradas sorprendidas antes de devolverle la sonrisa.
-Un placer conocerle, Su Majestad -dijo Luci -Nos alegra ver que Mikaila tiene a alguien que se preocupa tanto por ella-
Magnus asintió. El doctor continuó con su examen, y las conversaciones se hicieron más ligeras, aunque la preocupación seguía latente en el aire.
-Bueno, parece que estás en el camino de la recuperación -dijo el doctor, cerrando su maletín -Solo asegúrate de descansar y seguir las indicaciones. Tu herida está sanando bien, pero es importante que no te esfuerces demasiado-
-Gracias, doctor -dije, sintiéndome aliviada al escuchar que mi recuperación iba por buen camino.
Una vez que el doctor se fue, Luciana y Romina se acomodaron en las sillas alrededor de mi cama. La atmósfera se volvió más relajada, y la conversación giró hacia temas más ligeros, intentando despejar el ambiente tenso.
-Mikaila, realmente te extrañaremos en la universidad -dijo Romina -No sera lo mismo sin ti-
-Lo sé, lo siento mucho. Agradezco que hayan venido a verme -respondí, sintiendo un profundo agradecimiento por su apoyo.
Magnus se quedó en la habitación, observando cómo interactuábamos, su preocupación todavía evidente, pero al menos ahora parecía un poco más relajado al ver que estaba rodeada de amigas que se preocupaban por mí.
Las horas pasaron y, aunque la preocupación seguía en mi mente, la presencia de mis amigas y el apoyo de mi hermano me dieron un poco de paz en medio de la tormenta.
La visita de ambas había traído un poco de normalidad a la habitación, pero al final del día, el silencio volvió a llenar el espacio. La preocupación y el dolor seguían presentes, pero al menos el ambiente estaba un poco más cálido gracias a la compañía de mis amigas.
Cuando se despidieron, prometiendo mantenerse en contacto, sentí un hueco en el pecho al verlas irse. Sus palabras de aliento y el simple hecho de su presencia habían sido un bálsamo en medio de la angustia. Ahora, me encontraba de nuevo en la habitación, con Magnus aún a mi lado.
Se movió con una mezcla de elegancia y cuidado, preparándose para pasar la noche allí. Me observó mientras me acomodaba en la cama, su expresión una mezcla de preocupación y determinación.
-He pedido algo de cena para ti -dijo, rompiendo el silencio -No quiero que te sientas más incómoda de lo necesario. Voy a servirte algo ligero-
Un sirviente llegó poco después con una bandeja de comida. Aunque era una comida simple -sopa de pollo, pan y una pequeña ensalada- el gesto era significativo. Ver a Magnus, un rey, haciendo algo tan mundano como servir la cena en la cama, me sorprendió. Pero también me hizo sentir una cálida oleada de gratitud y cariño.
-Gracias, Magnus -dije, mientras él colocaba la bandeja a mi lado. Su sonrisa era suave y sincera, un contraste con la intensidad de la situación.
-No tienes que agradecerme, pequeña mariposa -respondió -Es lo mínimo que puedo hacer por ti. Siempre estaré aquí para ti, no importa lo que pase-
Mientras comía, se sentó en una silla cercana, manteniéndose cerca en caso de que necesitara algo. A pesar de su alto rango y la dignidad que exigía su posición, se comportaba con una sencillez que solo un hermano podría mostrar. No había nada de la distancia que a veces ponía en su rol como rey; solo había preocupación y amor fraternal.
Después de que terminé de comer, recogió la bandeja y la sacó de la habitación, dejando el lugar más tranquilo. Regresó poco después con una almohada y una manta adicionales. Me observó mientras me acomodaba, y pude ver que se preparaba para pasar la noche allí, junto a mí.
-No quiero que te sientas sola -dijo mientras se acomodaba en el sofá junto a mi cama -Sabes que siempre me ha gustado dormir cerca de ti cuando éramos pequeños-
Su voz tenía un tono melancólico, y me hizo recordar los días en que éramos solo dos niños tratando de encontrar consuelo en medio de la tragedia. No pude evitar sentirme conmovida por su disposición a estar cerca, a pesar de las circunstancias.
-Si te sientes incómoda, dímelo -añadio -De verdad quiero que estés lo más cómoda posible-
-Está bien -respondí, mi voz cargada de emoción -Me hace sentir bien tenerte aquí-
Magnus se levantó y, con un movimiento suave, se acostó en el lado opuesto de la cama, como solía hacer cuando éramos niños. La calidez de su presencia era reconfortante, y aunque el dolor en mi costado seguía presente, la cercanía de el me dio un sentido de seguridad.
A medida que nos acomodábamos, me recosté sobre la almohada, y Magnus hizo lo mismo, asegurándose de no causar ninguna incomodidad. La habitación se llenó de un silencio tranquilo, solo roto por el suave sonido de nuestra respiración.
La cercanía, la familiaridad de su presencia, y el simple acto de compartir un espacio tan íntimo me ofrecieron un consuelo inesperado. A pesar de todo lo que había sucedido, esta noche parecía un regreso a tiempos más sencillos, cuando solo necesitábamos estar cerca para encontrar paz.
Con el calor de la manta y el abrazo invisible de su cercanía, me sumergí en un sueño ligero. El peso de la preocupación y el dolor se desvaneció un poco, dejando solo la calidez de estar acompañada por mi hermano. En esa noche tranquila, la sensación de seguridad que siempre había sentido en su presencia me rodeó una vez más.
-Voy a matar al que se atrevió a lastimarte, te lo prometo mi pequeña mariposa- lo oí murmurar antes de caer dormida.
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Mi Dulce Ángel
Hayran KurguPecados placenteros >> trilogía el rey Mikaila lacrontte es dulce amable era todo lo que christopher desea y mas. Christopher morgan era todo lo apuesta a la princesa.