Travestir la vida quitando los rastros del sexo y dejarla flotando siendo una sola cosa, esa cosa intangible que por si misma se toca y se besa y se araña arrancándose la piel y dejando el resto para carroñeros que buscan alimento.
Como un juego viene de día con sus faldas largas y pantalones anchos con tono de aburrimiento y matices de beige y tierra, debería tener por complemento un único brillo para tocarse y releerse en un filtro de olor a madera húmeda y flores del caribe o de los charcos.
Piensa mucho, se mueve al mismo ritmo maloliente, pero existe dentro de sus propios excesos. Se maquilla y va a la calle sin contar y sin medir. Se gusta más por las noches sin ropa y se arrulla con los cantos de los niños que no son, que no fueron ni serán y aun así retumban y vibran en los oídos de la memoria.
Sus largos cabellos negros fueron enterrados bajo la luz de la luna acosados por la humedad, excepto algunos mechones acrílicos mientras los orificios de su piel se hicieron festín y se convirtieron en hogar para gusanos. Es difícil para este Dalí separar los conceptos de vivir y de morir en la misma hoja, pues considera que la vida existe por algún extraño miedo a la no permanencia y que todo cuanto se hace guarda un oculto motivo del presentimiento de no ser nada.
No ser cuando se despunta el alba y los huesos se hielan con la sed provocada por la resaca que dejó el vino al día anterior,
Cuando se traviste la persona y se descubre que se puede ser tantos a la vez y hablar distintos dialectos desde la visión del corazón.
Es inútilmente inquietante el misterio de respirar mientras se duerme sin que el cerebro lo olvide, una vez preguntó porque no duerme y la respuesta de aquel entonces es la misma de ahora, es porque se parece a vivir dos vidas, en los sueños no está solo, hay universos brillantes y relucientes donde cada madrugada una mujer diferente propina besos o donde los muertos hablan comen y beben a su antojo pareciendo felices de estar allí, los sueños son la vida paralela a esta travestida irónicamente de deseos y sabores, entumece la piel que se parezcan más a lo que quiere y terminen matizando la locura de que al despertar terminen gustando e inquiriendo la necesidad de volver a la almohada.
Se ve flotando en un río bajo una fuerte corriente con los pies atados a un yunke expidiendo humo de un cigarro que no se apaga. Es el paralelismo y la fluctuación de las realidades que viven allí, simplemente viven y se desgranan.
Pueden ser estos años de soledad que le han travestido de impaciencia, le han llevado el alma a la iniquidad. Mientras tanto se desnudan las selvas de la tierra de sus profundos verdes apañando el efecto de la lluvia con crines de caballos apostados y deslúcidos que se enfrentan a un reloj que gira sin agotar las baterías en su juego.
Frutas secas y olores fétidos, es lo que va quedando y aún en eso hay belleza. En todas partes la hay, belleza de tres millones de muertes que se irán por el inodoro restando oportunidad a la descendencia. Los que viven de estas cosas de las que este Dalí vive travestido no pueden ser nunca algo material porque pueden ser cruelmente devastadoras para otras vidas. Todo radica en su misma raíz y su mismo carácter como una ola que no llega nunca a la orilla.
Toda la palabrería, toda la sangre, todo lo travestido, todo el esfuerzo en mantener el argumento recorre la espalda como hilo vertebral y el derecho de elegir seguir respirando dormido. Todo esto y más se pierde en el inodoro como la sangre misma que no dará descendencia porque al final no se es uno, ni se es otro, ni se es nada, aun con tanto esfuerzo por travestir absolutamente todo.
Dalí del Exilo
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El habitante
PoetryColección de poesía con una mezcla de romanticismo, oscuridad, pasión y melancolía, algunos matices alegres se escapan, todo depende del habitante que ese día esté presente en mi mente llena de habitaciones, muchas de ellas, inexploradas. El habitan...