Las puestas de sol

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Mis horas favoritas del día son las puestas de sol, caminando entre edificios no se ven tan hermosas, sólo se aprecia el tono amarillo de las cinco y media perfecto para fotos, son exactamente quince minutos para hacerlas con iluminación perfecta, dicen los fotógrafos y yo también.


El sol sigue cayendo de a poco, si no estoy apurado voy notando como se van perdiendo las sombras. Entradas las seis y treinta es mi hora, la hora de Dalí del Exilio, justo en ese momento los árboles se aquietan, en las copas apenas veo el movimiento de la brisa y si miro fijamente la luz hace la impresión de que voy cerrando los ojos con ella, le llamo la hora de la melancolía, las aves se esconden, no importa en dónde esté, justo a esa hora empieza el silencio.

Cómo si toda la ciudad, la naturaleza, el parque, saben instintivamente que el conteo para los nocturnos comienza.

Soy un noctámbulo cuando mis pensamientos no me dejan en paz, uno agradecido, si. Pienso y siento tanto, lo hago íntimo.

En qué pienso, tu lo sabes, ¿Para qué decirlo?. Yo no sé cantar cuando estoy triste, tampoco sé hacer decretos de alegría, tampoco se orar aunque paseé por las iglesias. Lo que se hacer es quedarme en silencio en la hora melancólica y recibir a la noche como confidente.

Yo no estoy solo cuando estoy contigo, y cuando no estás tampoco estoy solo de ti. Veo las fotos naranja y huelo los caracoles, trato de escuchar el mar. Soy feliz cuando eres feliz, sólo que no sé reír como tú. Me la paso en mi cabeza viviendo otras vidas, deseando la mía.

También quisiera saber cantar cuando te extraño, pero no.

Dalí del Exilio

El habitanteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora