Después de 28 años

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Mis ojos se empañan, como se empañan las rosas que se bañan de rocío, como se abriga el silencio amparado por un grito, como se arrugan las hojas que caen en el otoño, como se aquieta el mar luego de arremeter ferozmente en la orilla.

 ¿Cuántos de estos mil corazones que son mi corazón se agitan? y buscan como caballo brioso la línea de llegada, mis manos tejen un sabor a primavera y mi nariz desangra en el aroma de las frutas nacientes. ¿Qué fuera de mi sino por las extravagantes curvas de los pinceles? que me muerden y me aquietan, que despiertan el fuego en una llama envolvente que destaja las últimas palabras, las frases enardecidas, los poemas desordenados, cortos, sórdidos. ¿Qué fuera de mi sin tantas estaciones? estaría medio vacío, completando lo tácito. Inspirado y desvelado por las constelaciones, por los tiempos venideros que se descubren en la mente con risa burlona por no ser atrapados de inmediato. 

Las salvajes añoranzas despuntan y se mueven en vertical desde el útero infértil hasta encontrar la chispa de la vida poco a poco. ¿Qué fuera de mi sin estas sales y mi brazo derecho, y el izquierdo, o estas patas que andan a su propia voluntad? entre nubes violeta y cielos púrpura. Espirales y sombreros, triángulos sin puntas y círculos cuadrados. Tinta indeleble corre por mis venas, y los grumos se van al corazón tapando las arterias mientras mi boca susurra y desea.

Dalí del Exilio

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