Piel ardida

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Mis labios se acercarán a ti

taconeará mi sombrero
ahorcando tus virtudes.

Muerdo tus pezones como pinzas
puerta al mismo rojo infierno
de la sangre, néctar a mi boca.

Me harás morder cada gemido
como morder el humo
la añoranza y la espera.

Quiero deshojarte,
quiero despojarte
como el otoño que mata a las hojas
y las convierte en una fina alfombra.

Fui un fantasma que quiso hacerse carne
para colarme a tu abrigo y arder, arder en silencio,
en cada bocanada
en cada soplo de tu aliento.

Haces tanto ruido que la tierra se espanta,
la marea viaja por debajo
arrastra mi cordura y la hace suya.

Una flor de centro amarillo será tu cintura,
mil pétalos blancos me darán tu nombre,
la envidia de los girasoles oscurecerá el día
y morirás en mí,
pidiendo que te dé soplos de vida.

Bañarme como la lluvia
como el más sediento de los seres,
no habrá pluma que sacudir,
no habrá tinta que pueda escribirte.

En tres canciones seguirás siendo mía,
presa de mí,
no te daré pan,
más que mi piel ardida.

Dalí del Exilio

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