Las flores que dejé

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Un grillito de las seis me contó que estuvo de paseo en nuestra ventana, buscando beber de las flores que te di, su sed no era de agua.


Te dejé en cada pétalo una gotita de amor, quizás por eso las flores no se marchitan, a pesar del calor agobiante.

Cuando te veo, el calentamiento global es mío, haces correr los ríos al sentido contrario de la bajada porque me llevas a flotar lejos de mi centro de gravedad.

Me guías caminando en un hilo, con la cabeza hacia abajo, pierdo el conteo y la prisa, me aproximo a las galaxias que construyes con tus risas. Veo nubes color sol, respiro el mar y mis pulmones se hinchan, sólo sosteniendo con los ojos tus pupilas.

Ah si, el grillo de las seis... bebió de mi amor por ti y se hizo hada, de las que dejan impresiones para cuentos, se quedó a buscar en sus canciones tu universo, desde entonces el insomnio me consume, mientras la melodía de tu alma a la mía le mece la cuna.


Dalí del Exilio

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