El habitante

Muerte celosa de ti

Si me preguntaran quien eres para mi, seguramente me quedaría callado, no porque no tenga nada que decir, si no, porque como un dicho que he visto por ahí, eres la similitud de... hay cosas que duelen tanto que no se pueden llorar. Tu eres lo contrario a eso, hay cosas tan sublimes que no se pueden decir.

No me gusta suponer lo que piensas, pero tu para mi eres un por fin, lo que quiero decir con esto es que me he pasado la vida con la sensación de que existe algo más, de que donde estoy, estoy fuera de lugar, tratando de definirla tercamente como si se pudiera. Cuando te vi por primera vez la búsqueda se detuvo, las preguntas existenciales, la racionalidad, el impulso que me hacía ir contra corriente, por un segundo desapareció.

Percibí el universo entero en ti, como si mi alma supiera que te vio antes, sentí que sólo me vine a un viaje muy largo mientras me esperabas en casa. Me dirán que estoy loco por dar un salto tan grande, lo sé, pero el por fin, me parece que vale la pena, de todas formas, siempre he sido un loco.

La forma en que respondes a mis pensamientos, incluso sin que te los diga, cuando sólo me quedo mirándote y te pido me des tu cigarro y lo haces, o pienso en lo que quiero y lo haces en automático como si te lo pidiera con la voz, lejos de sorprenderme, acalora mi corazón.

En esta vida he sido un zorro de camino, pero cuando camino contigo, no me sirve de nada, porque no tengo ningún tipo de defensas ante ti. Voy completamente desnudo recibo con beneplácito tu amor o tus latigazos, tus besos, tus caricias y tus silencios, incluso la muerte está celosa de ti.

Dalí del Exilio