CAP 8

48 9 2
                                    


Toda mi ira se consumía en las lágrimas.

Y la autoestima que me quedaba se iba esfumando en los recuerdos. Las ganas de vivir son lo único que me quedaban por pensar. Tantas cosas que tengo que pasar para poder respirar la misma porquería de mi hogar, la misma porquería de mi vida. Mi cuerpo atado a un cansancio de muerte el cual siempre me tenía ataviada en lo que debía de acostumbrarme.

La tarde se diluía en mi oscuro recuerdo.

Luego de que Taehyung me dejara una cuadra antes de mi casa, volví a asentarme en el mismo infierno.

Mi padre no tuvo consideración de mí. Nunca la tenía. No me dejo si quiera explicar algo con lo que me pudiera defender, cuando sus manos se enredaron en mi cabello. Recuerdo que me llamó y gritoneó de muchas formas posibles con tal de ofenderme y hacerme sentir menos.

Porque según él; los hombres deben de educar a sus mujeres a mano dura. Hacerlas sentir menos que los hombres, no importando como o cuando, esa ley se tenía que cumplir. Y por aquella misma razón, es por la cual mi padre me azotó al sofá de la sala para enseñarme como complacer a un hombre.

Desde los ocho años.

Y no es que me diera algún tipo de temor, por qué todo era lo mismo. Una buena ronda de parte de él y todo acababa. Besaba mis senos, tocaba mis muslos y llegaba a su orgasmo por su propia cuenta. Todo tenía una secuencia, era su juego y yo no podía interceder. Así que no tardó en poner en práctica sus planes, deje pasar lo que tenía que pasar para luego volver a mí habitación.

Recuerdo muy bien como mi madre nos encontró en el punto centro de mi padre. Y tan solo eso, nos miró. Hizo contacto conmigo, dejó su bolso por algún lugar de la casa y llevó su trasero a otro lado.

Seguro algún tipo le había pagado menos, su cara me lo decía todo.

Era así como después de que mi padre saciará su estrés en mí, volví a mí estado normal. Claro, una buena golpiza no me hacía mal de vez en cuando terminaba con lo suyo.

Y cambiando de tema, no he mirado a ese tal Hoseok, quien ahora vive y comparte el mismo infierno que yo. Qué suerte tiene él de salir a dónde se le plazca en gana.

Volví a meterme entre las cobijas sin querer poner un pie fuera de casa, si quiera uno fuera de la cama. Cabe decir que hace tiempo deje el instituto y me dediqué a otras cosas. Un ejemplo de ellas; es repartir chicas, claro, soy cómplice del tratado de blancas.

No es tan malo después de todo. No me costó trabajo meterme en aquellos mundos. Pues todo dependía de mi novio Taehyung. Lo conocí en una fiesta, las cosas pasaron muy rápido. Se acostó conmigo, se obsesiono conmigo y ¡da! Ahora soy parte de un narcomenudeo más importante del tiempo.

¿Qué más quedaba?

— ¿Puedo pasar? — la voz de alguien me hizo echar un bufido al aire. ¿Qué ya no puedo quejarme sola en mi habitación? —Voy a pasar.

Y no tarde en ver aquella figura tentativa cruzando mi puerta. No cabe duda, vivimos el mismo infierno. Con diferentes pecadores, claro.

—¿Te divertiste con tu novio? — volvió a decir

—Deja de joder, Hoseok

—Ou, o sea ¿qué no te la metió?

—Púdrete.

— No seas aguafiestas. Solo quiero saber, los hermanos deben ser comunicativos, ¿no? — tenía que verle el rostro, así que dejando atrás la posición de feto que tenía en mi cama, me quite las colchas de encima para encararle las cosas.

—Déjame decirte, querido hermano. — y aquello lo sentencie. — A ti no te debe de importar si me follan o no, si me dan en cuatro o normal, así que, piérdete.

—Oh, ya veo, no te dieron. Por eso estás así. Dime, ¿necesitas ayuda? — necesitaba mucha, pero por ahora no de él.

Debo admitir que su traje pulcro lo hace ver aquel hombre ideal. Su estado crítico, no. Quería borrar aquella sonrisa que llevaba siempre en su rostro, acabar con ella de una buena vez. ¿Cómo es que podía estar tan feliz?

En menos de lo que canta un gallo la distancia que nos separa se acortó. No tuve el valor para ver cómo se había deshecho de su saco que llevaba en los hombros. Sus manos ahora estaban en el colchón y con ellas se acercaba a mí.

¿Habrá un pecado más grande? Digo, ya he probado a mí padre. ¿A qué sabrán los hermanastros?

Hoseok; INC3ST0 ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora