Déjales entrar

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Juanjo llevaba solo media hora en ese salón sentado, pero sentía que llevaba una eternidad. Los demás pretendientes no habían tardado más de 5 minutos en aparecer y la reina ordenó que añadieran un plato para Martin y se sentaron todos en la mesa. Ruslana presidía un lado de la mesa y Juanjo se había colocado estratégicamente a su lado, con la mala suerte de que Martin se las ingenió para colocarse enfrente de él, al otro lado de su hermana. 

Naiara presidía la otra punta de la mesa y los demás pretendientes se habían colocado entre la reina y Juanjo y Martin.

- Bueno, Juanjo, y ¿qué haces tú en tu tiempo libre?- Ruslana con sus modales impolutos parecía estar haciéndoles una entrevista de trabajo. Juanjo no pudo evitar pensar que eso era lo que realmente estaba ocurriendo. Estaba pasando un casting. la idea solo consiguió ponerle más nervioso.

- Oh... Al marqués le encanta bailar. Es experto...- Martin se le adelantó. Juanjo habría sido capaz de asesinarle con sus propias manos.

- ¿Es eso cierto?- La princesa se dirigía a él, ignorando todo lo posible a su hermano.

- Esto... bueno... Se podría decir que disfruto de la música.

- Oh...- Ruslana parecía entregada a su historia.- ¿Bailes de salón?- Martin soltó una carcajada y volvió a entrometerse en la conversación.

- Bailes de "sobre-mesa" más bien.- Juanjo notó como su cara adoptaba un par de tonos más rojos al recordarse a sí mismo pasado de copas, moviéndose torpemente al ritmo de la música encima de la mesa del bar, un par de noches atrás. El príncipe se había propuesto matarle de vergüenza.

- No conozco ese tipo de baile...- Ruslana parecía completamente ajena a lo que estaba pasando.- ¿Es en pareja?

- Al principio no, luego... Digamos que el final es en pareja.- Martin estaba llevándole la delantera, por mucho, con ese brillo burlón que tantos problemas prometía. Juanjo se sentía completamente superado.

- Es un baile extranjero.- Juanjo puso todo su empeño en desviar el tema, pero el comentario solo consiguió ensanchar la sonrisa de Martin.

- Sí... Más bien exótico diría yo.

El té se estaba quedando frío pero el marqués tenía el estómago cerrado. La mirada constante del príncipe sobre él estaba haciendo que Juanjo se pusiera más nervioso de lo normal, y sentía que no estaba consiguiendo sacar su carisma habitual que había enganchado a la princesa de primeras. La estaba cagando y bien.

Se decidió a poner de su parte para cambiar la situación. No podía permitir que la presencia de Martin le alterara tanto, sobre todo porque tenía la impresión de que el príncipe no tenía la más mínima intención de ponerle las cosas fáciles. De pronto el nerviosismo se transformó en rabia. Ese niñato había vuelto de sus dos años de retiro espiritual y para él todo esto era un simple juego. Se divertiría un rato llevando a Juanjo al límite y luego volvería a desaparecer de la vida de todos para irse de nuevo a ver mundo y a tirarse a todo lo que se moviera. Y Juanjo se quedaría allí.

Sin Ruslana, sin trono, y sin palacio. Todo por su culpa.

No pensaba dejarle ganar.

- Lo aprendí cuando estuve estudiando fuera. En Alemania.- Juanjo comenzó a acercar su pie por debajo de la mesa al del chico que tenía en frente, sin quitar la mirada fija en los ojos de Ruslana

- ¿Estudiaste fuera?

- Oh, sí. Un par de años solo.- Cuando su pie entró en contacto con el del príncipe, martin dio un bote. Juanjo lo vio de reojo como Martin se ponía rojo conforme su pie comenzó a deslizarse hacia arriba por el tobillo y pierna del menor pero siguió dedicando toda su atención a la princesa.

La joya de la coronaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora