chicas no sabéis la bola que se me ha hecho escribir este capítulo.
- ¿Es una cita?- Juanjo jugueteaba con la esquina de un cojín tumbado sobre la cama de Martin, que analizaba su armario con esmero buscando algo que ponerse.
- No es una cita, Juanjo. Solo quiero que me acompañes porque me da vergüenza conocer al lío súper molón de Rus yo solo.
Martin había hecho lo que llevaba haciendo desde que les pilló la madre de Juanjo y algo en la actitud de este había cambiado. Aparcar esa conversación que habían dejado a medias la última vez que se vieron en un rincón remoto al que Juanjo no tenía acceso. Cubrir con besos todos los intentos del mayor de sacar el tema y tener mucho sexo cada vez que sentía que el mayor se quedaba dándole vueltas a algo más tiempo de la cuenta.
Juanjo se había dejado. Porque le gustaban mucho los besos y el sexo, porque le gustaba mucho Martin, y porque le gustaba muy poco pensar que una pelea podría acabar con todo eso.
- ¿Es una cita doble entonces?- Martin soltó un bufido.
- ¿Esta te gusta? ¿O es muy pija?
- Es una camiseta, Martin. Ni siquiera entiendo por qué tienes eso en tu armario.- el menor se colocó la prenda frente al espejo mientras pillaba a Juanjo mirándole a través del reflejo.- Como me mires tanto me vas a desgastar.- El mayor se encogió de hombros, era imposible negarlo cuando le había pillado tan de lleno.
- Es imposible no mirarte todo el rato. No me puedes culpar. Le pasa a todo el mundo. Es imposible no admirarte.- Lo dijo tal naturalidad que Martin tuvo que rodar los ojos para disimular el rubor de sus mejillas.
- Quítate esa corbata, anda. Y la chaqueta del traje.- Juanjo elevó las cejas.
- Será broma.
- Claro que no. Y desabróchate un poco esa camisa.
Juanjo se levantó de la cama para abrazarle por detrás, tratando de calmar el lío de nervios en el que, por algún motivo, se había convertido Martin. Le dejó un beso en el cuello.
- ¿Qué pasa, ángel? ¿Por qué estás tan nervioso?- Martin se giró para mirarle. Con ojos de corderito degollado.
- Es músico. Tiene tatuajes. ¡Es mucho más guay que nosotros!- Juanjo soltó una carcajada.
- ¡Martin! Eres el puto príncipe. Y el hermano mayor de la chica que le gusta. El que debería estar agobiado es él.
- Oh... Lo dudo. Los chicos con tatuajes que tocan la guitarra no se agobian. He conocido a muchos de esos en mis años por Europa.- Juanjo dibujó una mueca con los labios.
- Creo que no quiero saberlo.
- Mejor no.- Dejó un pico sobre sus labios antes de girarse para quitarle la chaqueta y la corbata a Juanjo en contra de su voluntad. Y sacarle la camisa de los pantalones. Y revolverle mucho el pelo. Juanjo iba a matarle.- Además, piénsalo. Vas a tener que compartir espacio con él cuando te cases con Ruslana. Es mejor que te caiga bien.
Juanjo no tuvo tiempo a objetar nada porque los ojos del chico que tenía enfrente entraron en contacto con el reloj de la pared y se dio cuenta de lo terriblemente tarde que llegaban. Lo arrastró prácticamente al bar.
No era hora punta y Álvaro les había reservado una mesa apartada del resto para que pudieran sentarse a charlar sin mucho problema.
- ¿Aquí es a dónde te trae este sinvergüenza todo el rato? ¿A este antro? No entiendo como te dejas, Juanjo...- Martin y Juanjo se habían sentado y observaban a Ruslana acercarse, seguida muy de cerca de un chaval alto, de unos veintipocos años que llevaba su mano colgada de su cadera. Guapo. Lleno de tatuajes. Muy guapo. No ayudó para nada a lo nervioso que estaba Martin.
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La joya de la corona
RomanceLa mayoría de edad de la princesa implica un montón de cosas. Para Juanjo, concretamente, la oportunidad de convertirse en rey. Pero todo cambia cuando el hermano mayor de la princesa vuelve de su "retiro espiritual" para ponerlo todo patas arriba...