Sudando

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- Estás muy callado.- Juanjo levantó la cabeza de la bebida que descansaba en sus manos desde hacía cinco minutos. El marqués estaba tan ensimismado que ni siquiera la había probado.

- No es verdad.- Paul le levantó una ceja.

- Juanjo, normalmente no te callas ni debajo del agua. Hoy me estoy teniendo que inventar temas de conversación para sacarte.

Los dos amigos se encontraban sentados en una terraza del club porque ese día el sol paliaba un poco el frío y la temperatura lo permitía.

- Estoy cansado.- Y no era mentira. Desde que el menor había abandonado su cuarto a eso de las tres de la mañana, Juanjo no había sido capaz de pegar ojo. Se sentía tan desubicado que incluso había probado a cambiar las sábanas de su cama, porque el recuerdo de lo que había pasado aún le provocaba una sensación rara en el estómago.

- Juanjo...

- ¡Es verdad!- Paul suspiró. Sabía de sobra que a su amigo le pasaba algo, pero también sabía que le iba a tocar sacárselo

- ¿Has dormido mal?

- Un poco.

- ¿Y eso?

- ¿Tú crees que si fuera malo en la cama lo sabría ya?

- ¿Qué?- A Pablo se le abrieron mucho los ojos. Su amigo era siempre absolutamente impredecible, pero no había esperado que saliera por ahí.

- Pues eso... Osea, alguien me lo habría dicho ya, ¿verdad?

- Juanjo, ¿qué coño dices?- Paul intentaba pillar el hilo pero la mente de Juanjo iba mucho más acelerada.

- Quiero decir, vale que no tengo una burrada de experiencia como seguro que tiene él, pero, ¿Tanto como para no dejarme ni intentar tocarle?

- Juanjo ¿de quién hablas?

- A ver que igual habría sido peor, ¿sabes?, imagínate que lo intento y ni siquiera consigo que se corra. Qué vergüenza.- Paul trataba de hacer contacto visual con su amigo, a ver si lograba parar la verborrea, pero Juanjo estaba medio ido, demasiado distraído con sus propios pensamientos.

- ¿Que se corra quién?

- Y encima me dijo que "había estado increíble". Será falso... ¿Cómo me vas a mentir tan descaradamente a la cara?

- ¡Juanjo!- Paul no era una persona que gritara, pero su amigo había conseguido agobiarle. Consiguió por fin que la mirada de su amigo se fijara en él.- ¿De qué coño me estás hablando?

- Martin...- Su voz sonó más tímida, fue un suspiro desesperado.

- ¡¿Te lo has tirado?!

- Ya te dije que existía la posibilidad.

- No pensaba que fueras a hacerlo de verdad, no eres muy lanzado para esas cosas.

- Se presentó en mi casa. Subió a mi cuarto por la enredadera y se coló por la ventana. No fue iniciativa mía.- Parecía avergonzado.

- Joder Juanjito... Tienes al mismísimo principito subiéndose por las paredes literalmente.- Juanjo soltó una pequeña risa.

- Ex príncipe- Puntualizó.

- Lo que sea. Es muy fuerte que te lo hayas tirado.

- No es para tanto. De todas formas, después de cómo acabó la cosa, no va a volver a pasar.

- Seguro que estás exagerando.

- Pablo. No se corrió, yo tardé entre cero y nada. Dios mío y no me dejó ni intentar tocarle luego.

La joya de la coronaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora