Rave

4.7K 467 639
                                    

una de mis canciones favoritas chicas

Los dos meses hasta la boda pasaron rápido. Juanjo se pasaba los días con Marcos, intentando que el mayor aprendiera lo máximo posible antes de llegar al altar. Acabaron aprendiendo los dos bastante sobre el funcionamiento de la corona, las tareas que conllevaba ser Rey.

Sus padres habían acogido con agrado la noticia de que Juanjo heredaría el marquesado. El chico aprendió durante su tiempo ayudando a Marcos que se le daban bien la gestión de tierras y la preparación de eventos sociales. Se movía como pez en el agua. Sus padres estuvieron encantados de saber que el título se mantendría en la familia ahora que Juanjo no sería Rey. Él estaba contento de poder ayudar.

Denna se casó un mes y pico antes de la boda Real. Juanjo lloró al verla vestida de novia y luego al verla en el altar de la mano de Alex. Y lloró un poco más cuando tuvo que ayudar a su rubia a hacer las maletas para irse de casa. Aceptar que nunca más vivirían bajo el mismo techo. Su madre se emocionó también, diciendo cosas de madre como que "parecía mentira lo rápido que habían crecido". De todas formas, todos se alegraron mucho por ella, que parecía tener una luz nueva en el rostro y en sus gestos.

Una semana antes de la boda a Juanjo se le antojó imposible seguir aguantándose las ganas de preguntar. Le comían los nervios por dentro ante la posibilidad de encontrarse a Martin, de tener que enfrentarlo en una sala de gente.

No sabía cómo se sentiría, cómo se saludarían. ¿Cómo iba a darle la mano al que habría jurado que era el amor de su vida? ¿Cómo iban a actuar con distancia cuando entre ellos había habido tanto cariño? Le preocupó que hubiera cambiado, que estuviera más guapo sin él. De repente deseó con todas sus fuerzas que estuviera feo. Horrible.

Juanjo podría jurar que desde que Martin había salido de su vida estaba más feo.

Que había estado más guapo cuando Martin le miraba bonito, o, mejor dicho, lo había estado porque Martin le miraba bonito.

Le preocupó no haberse olvidado en absoluto de él, o, peor aún, que estuviera tan cambiado que no pudiera reconocerle. Entender que seguía soñando con una persona que cuatro meses después no existía.

Cuatro meses que habían parecido una vida entera, aunque aún tuviera el recuerdo de Martin clavado en el pecho como si hubieran estado juntos hacía apenas unas horas.

Creyó que sería mejor si estuviera preparado para verlo, si tuviera una semana para prepararse, para practicar saludos delante del espejo, para poder mirarle a la cara sin echarse a llorar, o sin gritarle.

Ese era un nuevo sentimiento que se había ido instalando en su mente poco a poco, como sin querer, en las últimas semanas. Rabia. Enfado. Con Martin, por no quedarse, con él mismo, por no irse con él. Le reprochaba, sabía que injustamente aunque a veces se le olvidaba, el hecho de no haberlo peleado más. Esa pena inicial, ese echar de menos, se había trasformado sigilosamente en un enfado, en una rabieta, en una búsqueda de culpables que había llevado directa a Martin, porque no estaba allí para defenderse.

No lo admitiría nunca, pero odiarle era una excusa para seguir pensando en él a todas horas.

Lo contrario al amor no es el odio, es la indiferencia. Y Juanjo le quería demasiado como para olvidarle tan fácilmente, así que había caído en el rencor para poder seguir pensándole sin sentirse estúpido por agarrarse a algo que ya no estaba.

- ¿Va a venir?- Marcos sabía de qué hablaba sin que tuviera que aclarárselo. Su amigo había presenciado todas y cada una de las fases del duelo sin decir nunca nada, sin presionarle a hablar. Su amistad era muy distinta a la que mantenía con Paul, quien siempre le insistía en que se abriera, en que llorara si lo necesitaba. Marcos en cambio le ofrecía un cigarrillo y le cambiaba de tema, quizás habiendo recibido una educación demasiado basada en estereotipos como para saber qué hacer si otro hombre se ponía a llorar. Juanjo recordaba aún la palmada burda en la espalda que les había dado el día que se conocieron. "Muy hetero" le había dicho a Martin. No se equivocaba. Pero a veces lo agradecía. Cuando no le apetecía mucho hablar. Cuando solo quería distraerse.

La joya de la coronaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora