ChanYeol
Algo no iba bien.
Lo sentía en lo más profundo de los huesos mientras aparcaba en la entrada de mi casa, con el sexto sentido activado.
BaekHyun estaba delante de mí con la cara pálida y la mirada perdida. Llevaba así desde la mañana después de Acción de Gracias, cuando su padre lo encontró en el lago y gritó tan fuerte que me despertó de uno de mis infrecuentes ratos de sueño. Salí afuera corriendo, imaginando todo tipo de escenarios horribles y me maldije por haberlo dejado solo. Por haberlo fallado.
Pero lo encontré fuera, sana y salva (al menos físicamente), mientras su padre trataba de calmarlo. El espanto surcaba el rostro de JinKi mientras BaekHyun temblaba como una hoja en el viento y las mejillas llenas de lágrimas. Se negó a contarnos qué había pasado, y no fue hasta horas después cuando confesó que había tenido un ataque de pánico al acercarse tanto al lago. No estaba seguro de por qué había ido allí, en primer lugar, pero su hidrofobia se había activado muy tarde.
Y una mierda.
BaekHyun era capaz de meterse en la piscina sin tener un ataque de pánico, y había mantenido la calma cuando habíamos ido a varios lagos. No, algo más lo había aterrorizado hasta el punto de haberse puesto a gritar con toda la fuerza de sus pulmones, y cuando descubriese lo que era, iría a buscarlo a los confines de la tierra y lo haría pedazos con mis propias manos.
Lo guie hasta mi casa, donde lo envolví con una manta en el sofá y le hice una bebida caliente. Como había estado fuera el fin de semana, tenía apagada la calefacción, y la casa aún estaba helada y tardaría un rato en calentarse.
—Chocolate caliente con leche de avena y tres nubes —dije con voz suave mientras le extendía la taza a BaekHyun—. Como a ti te gusta.
—Gracias. —Agarró la taza con las manos y se quedó mirando las nubes balanceándose en el líquido, pero se quedó inmóvil sin beber ni un sorbo.
En una situación normal, ya se habría bebido media taza. Le encantaba el chocolate caliente. Era lo que más le gustaba del invierno.
Le agarré la barbilla y atraje su mirada hacia mí.
—Dime a quién o qué hay que matar —gruñí—. ¿Qué pasó en casa de tu padre?
—Ya te lo he dicho, nada. Solo fue el lago. —BaekHyun esbozó una falsa sonrisa—. No puedes matar a un lago.
—Vaciaré todos los putos lagos y océanos del mundo si tengo que hacerlo.
Una lágrima de vidrio se resbaló del ojo.
—ChanYeol...
—Lo digo en serio. —Le sequé la lágrima con el pulgar. El corazón me latía fuerte en el pecho como una bestia furiosa al contemplar su dolor y al saber que había algo en el mundo que se había atrevido a hacerle daño. «Hipócrita —me susurró mi conciencia—. Cruel, egoísta e hipócrita. Mírate en el espejo. Piensa en todo lo que has hecho». Apreté los dientes e ignoré la voz de mi cabeza—. Lo haría por ti. —Besé el punto donde había resbalado su lágrima—. Haría cualquier cosa por ti. Da igual lo retorcida o imposible que sea.
Le subió un escalofrío por todo el cuerpo.
—Ya lo sé. Confío en ti. Más que en nadie en este mundo.
«Ojalá lo supiera —me dijo mi conciencia—. Ojalá supiera el tipo de hombre que eres. No te tocaría ni con un palo, ni mucho menos se fiaría de ti».
Cállate. Ya.
Genial. Ahora mantenía conversaciones en silencio con una voz imaginaria.
Cómo ha caído el poderoso.
—Ni siquiera sé si... si es real —susurró BaekHyun—. Me lo pude haber imaginado.
Apreté los nudillos contra la rodilla.
—¿Imaginarte el qué?
—Yo... —tragó saliva y su mirada se llenó de horror—. Mis recuerdos de infancia. Volvieron.
La confesión me arrolló como un tren de carga, cegándome.
De todas las cosas que esperaba que hubiera dicho, esa no era una de ellas.
Los recuerdos reprimidos solían ser resultado de una experiencia traumática y podían reflotar si la persona hallaba un desencadenante como un sonido, un olor o un suceso. Pero BaekHyun estaba en la casa donde se había criado. ¿Qué había pasado en Acción de Gracias que pudiera desencadenar algo en él? ¿El lago?
—De acuerdo —dije en voz baja y calmada, tranquilizadora—. ¿Qué recuerdas?
A BaekHyun le temblaron los hombros.
—No me acuerdo de todo. Pero sí del día... El día en que estuve a punto de morir.
Una descarga de calor me recorrió el cuerpo, seguida de una de frío. A punto de morir. Si hubiera muerto, si ya no estuviera en este mundo...
La soga invisible alrededor de mi cuello se apretó, y una gota de sudor me resbaló por la espalda.
Su experiencia próxima a la muerte no era culpa mía. Había ocurrido mucho antes de que yo lo conociera, pero aun así...
Empecé a respirar con lentitud.
—Estaba jugando junto al lago. —Se humedeció los labios—. Antes teníamos un muelle que llegaba hasta el medio del agua. Mi padre lo quitó después del «incidente» (así es como llamo a lo que ocurrió), pero antes de que mis padres se divorciaran íbamos allí muy a menudo. Mi padre se había mudado, y mi madre cayó en una depresión. Fue un divorcio terrible, por lo que descubrí pasados los años, y ahora recuerdo todos los gritos y las amenazas. Era demasiado pequeño para entender qué les enfadaba tanto; solo sabía que estaban furiosos. Tan furiosos que a veces creía que iban a matarse el uno al otro. De cualquier manera, mi madre dejó de llevarme al lago, hasta que un día me llevó. Estábamos jugando en el muelle y nos quedamos sin crema solar. A mi madre le importaba mucho la crema solar, decía que era lo más importante que podíamos hacer por nuestra piel. Yo no quería dejar de jugar con ella, así que me hizo prometer que me estaría quieta mientras estaba dentro. Se supone que iba a ser solo un momento.
BaekHyun recorrió con el dedo el borde de la taza, con la mirada perdida en lugares lejanos, lo que me dio a entender que estaba inmerso en sus recuerdos recién desenterrados.
—Lo hice. Me estuve quieta. Miré a los peces, lancé piedras al agua... Me encantaban las ondas que hacían. Esperé a que volviera para poder seguir jugando. He tenido pesadillas con ese día desde que tengo uso de razón, así que nada de esto es nuevo. La recuerdo marchándose, la recuerdo volviendo y me recuerdo cayendo al agua. Solo que... —Suspiró profundamente—. No creo que llegara a volver. Creía que había olido su perfume, pero en mis pesadillas, en mis recuerdos, nunca vi realmente bien la cara de la persona que me empujó. Pasó todo muy deprisa. Pero cuando estaba en el lago hace unos días... Volvieron más recuerdos y me di cuenta de que había visto más de lo que creía. Antes de caerme al agua, vi un destello dorado. Un anillo con unas iniciales grabadas. B. J.
El terror y el estupor me recorrieron toda la espina dorsal y abrieron sus alas negras, envolviéndome en un oscuro abrazo.
—Byun JinKi —BaekHyun temblaba sin parar—. ChanYeol, mi madre no intentó matarme. Fue mi padre.
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