Capítulo 17

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BaekHyun

De todos los planes que había imaginado para la noche del viernes, que una rubia me acorralara en una piscina y me mirara como si le hubiera robado su bolso de Prada favorito no era uno de ellos.

—Perdona, ¿te conozco? —pregunté en un amago de cordialidad, mientras daba un paso atrás. La mujer me sonaba de algo, pero no sabía exactamente de qué.

—No creo que nos hayan presentado. —Su sonrisa podría haber cortado el cristal. Objetivamente, era una de las mujeres más guapas que había visto nunca. Tenía una melena rubia ondulada, los ojos cerúleos y un cuerpo de estatua griega, como una Afrodita de carne y hueso. Pero había algo duro en su expresión que no la hacía nada atractiva—. Im Nayeon, del imperio petroquímico Im. Esta es mi casa.

—Oh. Yo soy BaekHyun. Byun —añadí cuando se me quedó mirando—. De los Byun de... Maryland. ¿Puedo... ayudarte en algo? —Esperaba no haber sonado maleducado, teniendo en cuenta que estábamos en su casa, pero para empezar, yo no quería ir a aquella fiesta. JunMyeon, que era amiga de la que resultó ser la hermana de Nayeon, me había insistido para que la acompañara después de haber pasado toda la semana absorbido por los estudios y la solicitud de la beca. MinSeok y KyungSoo ya tenían planes, por lo que solamente fuimos nosotros dos.

—Tenía ganas de verte bien —murmuró Nayeon—. Ya que llamaste tanto la atención de ChanYeol en la gala.

La gala. Claro. Esta era la mujer que había visto hablando con ChanYeol mientras yo bailaba con MinHo. Intenté no mirar, pero no pude evitar compararme con ella todo el tiempo.

Para desgracia de MinSeok, me había negado a poner en marcha la parte de los celos de la Operación Emoción, pero había usado a MinHo deliberadamente para darle celos a ChanYeol en la gala. Fue estúpido y mezquino, pero MinHo había aparecido en el mismo momento en que había visto a ChanYeol con Nayeon, y yo mismo estaba tan consumida por los celos que no lo dudé ni un segundo. Viendo la reacción de ChanYeol cuando nos vio bailando, parecía que había funcionado, quizás demasiado bien, a juzgar por la mirada de Nayeon.

—No sabía que conocías a ChanYeol —mentí. Entonces se me revolvió el estómago, y no por el tono envenenado de Nayeon.

La piscina cubierta de los Im parecía una lujosa y moderna terma romana, alicatada en mármol y llena de columnas doradas. La piscina principal lanzaba destellos turquesas bajo una cúpula de cristal que dejaba ver el cielo nocturno en todo su esplendor, y bajo el agua se intuía un mosaico con la forma de una sirena. Pero el olor del cloro, la imagen de toda aquella agua...

Estaba a punto de echar la cena.

Los Im vivían en una enorme mansión en Bethesda, y JunMyeon y yo llevábamos toda la noche husmeando y disfrutando de todas las opciones de ocio y música que las distintas habitaciones nos ofrecían. Mientras JunMyeon iba a por unas copas, yo me había puesto a deambular por las salas de alrededor y de pronto me había topado con mi peor pesadilla acuática. Nayeon me había acorralado antes de poder irme, y ahí estábamos.

—Oh, conozco muy bien a ChanYeol —dijo Nayeon, y supe de inmediato, con una revelación en el estómago, que era una de esas «mujeres concretas» con las que salía. ¿Seguían saliendo? ¿Era ella con quien iba a tener una cita antes de que yo le asaltara con mi plan de la maratón de películas?

Me invadieron los celos, casi con más fuerza que las náuseas por el cloro.

—Lo que no entiendo es por qué está interesado en ti —me recorrió con la mirada—. Dudo que soportes sus gustos en la cama.

Me contuve, pero aun así sentí un destello de curiosidad. ¿Qué gustos?

—Te sorprenderías —contesté, intentando que me desvelara más información.

Mi mente volvió al sueño erótico que había tenido con ChanYeol, y se me disparó el corazón.

Nayeon sonrió con malicia.

—Por favor. Pareces el tipo de chico que espera besitos tiernos y tonterías de ese tipo en la cama. Pero como ya sabrás —su sonrisa se volvió aún más perversa—, ChanYeol no hace nada de eso. Es bien sabido por cierta parte de la población de Washington. Están prohibidos los besos y el contacto cara a cara durante el sexo. —Bajó la cabeza para susurrarme al oído—: Pero te lo hará desde atrás. Te ahogará y te follará hasta que veas las estrellas. Te dirá todo tipo de guarradas y te tratará como a una puta. —Se enderezó con los ojos rebosantes de triunfo al ver mi cara ruborizada—. A algunas nos gusta eso. A ti... —Volvió a mirarme y se le escapó una risa—. Mejor vuelve a tus pastelitos, cielo. Estás en otra liga.

Mientras la escuchaba sentí cómo me vibraba el cuerpo, de rabia por su condescendencia y de vergüenza por la imagen que me había descrito.

Estábamos llamando la atención de la gente. Otros asistentes a la fiesta se habían arremolinado a nuestro alrededor, sedientos de sangre. Unos pocos habían sacado los móviles para grabarnos. Supongo que el reclamo era Nayeon, porque yo no era tan popular como para interesarle a nadie.

—Puede —dije, saboreando el caramelo envenenado que acababa de darme— que simplemente no le guste mirarte mientras lo hacéis. Porque nunca ha tenido ese problema conmigo.

Mentira. Pero no tenía por qué saberlo.

Había jugado limpio hasta el momento, pero podía tirarme al barro si la situación lo requería.

La sonrisa de Nayeon se esfumó.

—Se hartará de ti en una semana. A un hombre como ChanYeol no le puedes dar demasiado azúcar si no quieres que le dé una indigestión.

—Y tampoco le puedes dar demasiada hiel si no quieres que te mande a la mierda. —Levanté las cejas—. Pero imagino que eso ya lo sabes, ¿no? —No sabía de dónde había salido todo aquel descaro, porque yo no era así normalmente, pero Nayeon sacaba lo peor de mí.

Odiaba ser el tipo de chico que se pelea con los demás por un tío, pero ella había atacado primero. No podía quedarme quieto y dejarme avasallar.

La piel cremosa de Nayeon ardía de furia.

—¿Me estás llamando amargada?

Sal ya de ahí, me dijo mi conciencia. Y casi lo hago, hasta que me vino la imagen de Nayeon y ChanYeol juntos, y empecé a vomitar palabras:

—Sí, ¿y qué? ¿Qué me vas a hacer?

Eso había sido infantil. Muy infantil. Pero me había tentado y yo había podido...

Se me nubló la mente cuando sentí cómo mi cuerpo salía despedido de espaldas y estallaba contra la superficie de la piscina.

Me había empujado. A la piscina.

La piscina.

OhDiosohDiosohDios.

Escuché su risa grotesca rebotar por todas partes, pero sonaba muy tenue comparada con el rugido en mis oídos. Me invadió el pánico, se me paralizaron las extremidades y lo único que pude hacer fue mirar la sonrisa burlona de Nayeon hasta que mi cara se hundió bajo el agua.

Voy a morir.




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Torcido 1 | ChanBaekDonde viven las historias. Descúbrelo ahora