Epílogo

150 19 4
                                    

BaekHyun

—Te he dado una paliza.

—No me has dado ninguna paliza —gruñó Ralph—. Has tenido suerte en el último golpe.

—No pasa nada. —ChanYeol se ajustó las mangas de la camisa, con los ojos brillando de una mezcla de triunfo y diversión—. Todos los alumnos superan a sus maestros en algún momento.

—Chaval, como no dejes de decir chorradas te arranco la cabeza. —A pesar del tono agresivo, Ralph sonreía.

—¿Qué he dicho de discutir en la mesa? —La mujer de Ralph, Missy, alzó las cejas—. Dejad de reñir y tengamos la fiesta en paz.

Se me escapó una sonrisa cuando ChanYeol y Ralph cuchichearon algo en voz baja y obedecieron.

—¿Qué ha sido eso? —Alzó la ceja un poco más.

—Nada —dijeron a coro.

—Tienes que enseñarme —le susurré a Missy cuando los chicos se pusieron a comer el pollo asado con puré de patatas—. ¿Cómo lo haces?

Se rio.

—Cuando llevas más de treinta años casada aprendes unas cuantas cosas. Además... —Le brillaron los ojos de malicia—. Por la manera en que te mira ChanYeol, no creo que tengas problema para meterle en vereda.

ChanYeol se volvió mientras yo lo miraba. Me guiñó el ojo y me dirigió una sonrisa pícara que hizo que se me pusiera la piel de gallina.

Sabía lo que significaba esa sonrisa.

Me puse rojo y fingí estar fascinado con mi plato mientras la risa suave de ChanYeol rodaba por la mesa.

Missy no se perdió ni un detalle.

—Oh, quién fuera joven para seguir así de enamorado —suspiró—. Ralph y yo nos casamos con veintipocos años. Y he disfrutado de cada minuto, salvo cuando deja la ropa sucia por todas partes o cuando se niega a ir al médico, pero no hay nada como la pasión de la juventud. Todo es tan nuevo y fresco. Y qué aguante, ¡guau! —presumió—. Éramos como conejos, así lo digo.

Mis mejillas ya iban por un color parecido al de la salsa de arándanos de la mesa.

Adoraba a Missy. La había conocido una semana antes, cuando ChanYeol y yo llegamos a la granja que tenía con Ralph en Vermont para pasar las vacaciones de Acción de Gracias, pero inmediatamente me quedé deslumbrada con ella. Era amable, cariñosa y campechana, cocinaba una tarta de calabaza increíble y tenía debilidad por las anécdotas picantes.

Esa mañana, sin venir a cuento, me había preguntado si alguna vez había hecho un trío (cosa que no había hecho) y por poco escupo el zumo de naranja por toda la mesa de madera.

—No pretendía avergonzarte. —Missy me pasó la mano por el brazo, pero mantuvo la chispa de picardía en la mirada—. Es que estoy tan contenta de que ChanYeol tenga novio. Lo conozco desde hace un montón de años y nunca le había visto mirar a nadie como te mira a ti. Siempre he dicho que solo necesitaba encontrar a la persona adecuada para abrirse. Estaba más cerrado que un corsé victoriano.

Me incliné hacia ella y le dije en un susurro:

—A decir verdad, creo que no ha cambiado mucho.

—Sabes que te oigo perfectamente, ¿no? —dijo ChanYeol.

—Muy bien. Tenía miedo de estar a un volumen muy bajo.

Entornó los ojos mientras Missy se reía. Incluso Ralph se rio mientras yo sonreía con descaro.

—Rayito, tu volumen nunca ha sido un problema —dijo ChanYeol con suavidad.

El puré de patatas se me fue por el otro lado y lo acabé escupiendo en un torrente de toses. La risa de Missy se convirtió en un ataque. El pobre Ralph se puso rojo como un tomate, murmuró algo sobre ir al baño y desapareció.

Torcido 1 | ChanBaekDonde viven las historias. Descúbrelo ahora