Capítulo 27

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BaekHyun

Todos los años mi familia celebraba Acción de Gracias con un toque coreano. En lugar de pavo y puré de patatas, comíamos pato asado, arroz, dumplings y sopa de pescado. En cuanto a la comida, este año sería igual, pero sin JongDae la cena había consistido en dos horas de silencio incómodo. ChanYeol y mi padre habían hablado un poco de fútbol y trabajo, pero ya está. Mi padre parecía estresado por algo de la oficina. Estaba más molesto de lo habitual.

También sospechaba que a mi padre no le caía muy bien ChanYeol. Era raro, teniendo en cuenta que su debilidad era la gente inteligente y exitosa, y ChanYeol era inteligente y exitoso como el que más. Siempre lo había atribuido al hecho de que ChanYeol no era tan pelota como les gustaba a los padres coreanos; no solía regalar elogios. Además, estaba seguro al noventa por ciento de que mi padre sabía que había pasado algo entre nosotros, aunque no dijera nada.

—Lo sabe —le susurré cuando mi padre se fue al baño—. Te lo juro, lo sabe.

—No lo sabe. Incluso si lo supiera, no tiene pruebas y no le dirá nada a JongDae —dijo ChanYeol—. Tranquilo. Es tu finde libre.

—No hay findes libres para los estudiantes.

Aunque fuera fiesta, tenía que estudiar para los exámenes y terminar la solicitud de la beca. Lo tenía todo excepto algunos párrafos de la memoria personal. Había incluido en el porfolio las fotos que le hice a ChanYeol, aunque aún no se lo había dicho. Eran las mejores que había hecho en mi vida, pero no quería decir nada hasta no recibir respuesta del comité del World Youth Photography. No quería gafarlo.

—Qué pena que no vayamos a dormir juntos. —A ChanYeol le brillaron los ojos—. Te ayudaría a aliviar el estrés.

Me reí.

—¿Solo piensas en eso?

Yo tampoco pensaba muy diferente. También quería dormir con ChanYeol, especialmente ahí, en esa casa, donde las pesadillas siempre eran más oscuras. Pero como mi padre no sabía que estábamos juntos, ChanYeol se quedaría en la habitación de invitados.

—Solo cuando te tengo cerca. —Así como mi padre parecía más estresado, ChanYeol estaba más relajado aquellos días. Sonreía, reía... Incluso hacía algún chiste de vez en cuando. Me gustaba pensar que había tenido algo que ver en su cambio de humor. Seguía yendo a entrenar krav magá con Ralph, y dando clases de natación con ChanYeol (ya me daban menos ataques de pánico que al principio) y después de todo lo que me había ayudado, quería ayudarlo yo también a él. Era invencible e inalterable, pero todo el mundo, fuerte o débil, necesita cuidados y atención.

—Park ChanYeol, ¿cuándo te has vuelto tan cursi? —me burlé.

Dejó escapar un gruñido juguetón y me tocó la mano justo cuando mi padre volvía al comedor. Nos pusimos serios y mantuvimos las distancias el resto de la noche, pero mi padre levantó las cejas y confirmó mis sospechas. Lo sabía.

No podía respirar. La mano me apretaba el cuello y yo agité los brazos y las piernas, desesperado por escapar.

—Para —intenté decir—. Para, por favor.

Pero no podía. La mano me apretaba demasiado fuerte.

Las lágrimas me nublaron la vista. Se me llenó la nariz de mocos.

Me estaba muriendo. Muriendo... Muriendo...

Me desperté con un grito ahogado. Se me resbalaron del cuerpo las sábanas empapadas y miré alrededor con pavor, convencido de que había un intruso en mi cuarto. En los rincones se concentraban profundas sombras, y los destellos pálidos e inquietantes de la medianoche se filtraban por las cortinas de raso que colgaban de la ventana.

Torcido 1 | ChanBaekDonde viven las historias. Descúbrelo ahora