BaekHyun
Llegaba tarde.
Tamborileé con los dedos en la mesa, intentando no mirar la hora en el móvil. Otra vez.
ChanYeol y yo habíamos quedado a las siete en el restaurante italiano al lado del campus. Eran las siete y media, y no respondía a mis llamadas ni a mis mensajes.
Media hora no era tanto, sobre todo si te pilla un atasco en hora punta, pero ChanYeol nunca llegaba tarde. Y siempre, siempre me contestaba a los mensajes.
Le llamé a la oficina, pero su secretaria me dijo que se había marchado una hora antes, así que debería estar al llegar.
En mi estómago se revolvió una preocupación que me arañaba por dentro.
¿Y si le había pasado algo? ¿Y si había tenido un accidente?
Era fácil pensar que ChanYeol era indestructible, pero podía resultar herido, como todo el mundo.
Diez minutos más. Le daría diez minutos más, y luego... Joder, no lo sé. Llamaría a la maldita Guardia Nacional. Si estaba herido, no podía quedarme ahí sin hacer nada.
—¿Quieres que te traiga algo, cielo? —La camarera se acercó otra vez—. Algo aparte de agua —señaló.
Se me pusieron las orejas rojas.
—No, gracias. Sigo esperando a un amigo. —Eso sonaba un poco menos patético que admitir que estaba esperando a mi novio.
Un poco.
Dejó escapar un suspiro y se fue a atender a la pareja de la mesa de al lado.
Me sentía mal por estar ocupando una mesa la noche del viernes, pero apenas había visto a ChanYeol esa semana y lo echaba de menos. Siempre dormíamos en la misma cama, y el sexo seguía siendo tan explosivo como siempre, pero parecía más distante durante el día. Distraído.
—¿BaekHyun?
Levanté la mirada, pero se me desinfló el pecho al darme cuenta de que no era ChanYeol.
—¿Te acuerdas de mí? —El chico sonrió. Era guapo, con un estilo algo intelectual, y llevaba gafas de pasta y el pelo castaño un poco largo—. Soy Soobin. Nos conocimos en la fiesta de cumpleaños de Jaehyun en primavera.
—Ah, sí. —Me dio un escalofrío al oír el nombre de Jaehyun. No le había visto ni había sabido nada de él desde la gala benéfica, pero MinSeok (siempre al tanto de los cotilleos) me dijo que se había mudado a casa de sus padres en Virginia. No podía decir que me diera pena—. Encantada de verte otra vez.
—Lo mismo digo. —Soobin se pasó la mano por el pelo—. Oye, siento mucho lo que pasó con Jaehyun. No hemos hablado desde que nos graduamos, pero me enteré de que habíais roto y bueno... de todo lo que pasó. Era un gilipollas integral.
—Gracias. —No podía culparle por ser amigo de Jaehyun. ¿O más bien examigo? Yo era la que había salido con el muy capullo, y los chicos solían tratar mejor a sus amigos que a sus parejas. Era una triste verdad.
—Perdona por molestarte mientras cenas... —Posó la mirada en mi vaso de agua—. Pero estoy buscando a alguien que me haga unas fotos de compromiso, y ninguno de los que he visto encaja con el gusto de Huening Kai, mi prometido. Pero al verte me he acordado de que eres fotógrafo, así que me ha parecido una señal. —Soobin esbozó una sonrisa avergonzada—. Espero que esto no parezca raro, pero acabo de mirar tu web y se la he enseñado a Huening Kai, y le encantan tus fotos. Si estás libre una semana de estas, nos encantaría contratarte.
Localicé a un chico rubio muy guapo que nos miraba desde la mesa de al lado. Me sonrió y me saludó con la mano. Lo saludé también.
—Enhorabuena —dije, con una sonrisa genuina esta vez—. Me encantaría hacéroslas. Dame tu número y ya nos pondremos de acuerdo.