2.-ENCUENTRO.

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 Minho ya se encontraba en el parque Yongsan, con el corazón palpitando de nerviosismo, mientrás su reloj no dejaba de recordarle la tardanza de Taemin. Cuarenta minutos habían pasado, y cada segundo añadido a la espera era un pequeño golpe a su esperanza. Miraba a su alrededor, buscando algún rastro de la figura esbelta y elegante de su novio, pero solo encontraba la fría indiferencia de un parque que no entendía su desesperación. 

"Seguramente se arrepintió en el último momento", pensó, apretando el ramo de peonias que llevaba consigo. Taemin había mencionado en alguna ocasión que eran sus flores favoritas, y Minho había puesto todo su empeño en encontrar las más frescas y bonitas, con la esperanza de ver una sonrisa iluminar el rostro del joven. 

"Nunca tengo suerte para estas cosas", se dijo a sí mismo, sintiendo cómo una amarga tristeza empezaba a invadir su corazón. "Creo que es momento de dejar de lado los sueños de amor. Ya no voy a buscar más; que llegue cuando tenga que llegar."

Mientras tanto, Taemin caminaba hacia el parque con pasos calmos y cortos, su corazón latiendo con una mezcla de resignación y pesar. No deseaba llegar a la cita, pero las palabras de su padre resonaban en su mente como un martillo implacable: "Urge el dinero que te ofreció para la operación de tu mamá. Con eso podremos sobrevivir hasta que consigas casarte con él." —"A quién diablos le interesa un granjero por esposo", murmuró Taemin para sí, con una mueca de disgusto. "Ni siquiera es guapo."

Había intentado convencer a su hermana Kristal de que tomara su lugar y tratara de enamorar al granjero, pero ella se había negado rotundamente. Sabía que no podía competir con la belleza de su hermano. Siempre había sido así: todos los chicos que se acercaban a ella lo hacían con la esperanza de que Taemin les prestara atención. Aquella realidad, que a menudo parecía un cruel capricho del destino, ahora pesaba más que nunca en los hombros de Taemin mientras se acercaba, lentamente, a un destino que no había elegido. Pero que estaba obligado a seguir.

 Minho finalmente decidió marcharse del lugar. Se levantó de la banca con un suspiro de resignación y apenas iba a dar el primer paso cuando, de repente, chocó de frente con la causa de su decepción. Las flores que sostenía cayeron al suelo en un revoltijo de colores aplastados y pétalos dispersos.

—Oh, lo siento, venía distraído y no me fijé —dijo Taemin, su voz temblaba ligeramente mientras se agachaba rápidamente para recoger las maltratadas peonías. Sus manos temblaban al tomar algunas de las flores, pero la mano de Minho lo detuvo con un toque suave pero firme.

—No te preocupes, fui yo quien no tuvo precaución —respondió Minho, su voz era un murmullo lleno de emociones encontradas.

Fue en ese preciso instante, al levantar ambos sus rostros, que sus miradas se encontraron. El mundo pareció detenerse alrededor de ellos. Minho sintió una oleada de emoción al darse cuenta de que estaba frente a Taemin, su Taemin. Sus ojos brillaron con una intensidad renovada mientras sus labios apenas podían formar palabras coherentes.

—¿Tae... Taemin? —preguntó Minho, su voz se quebraba por la sorpresa y la emoción.

Taemin no se movió; parecía petrificado, incapaz de articular palabra alguna. El impacto de ver a Minho de cerca fue abrumador, casi tangible. Fue la hermosa y sincera sonrisa de Minho lo que finalmente lo sacó de su estupor.

—¿Eres Minho? —interrogó Taemin, aún incrédulo, su voz apenas se escuchaba.

Minho asintió tímidamente, su corazón latía con fuerza desbocada.

—Sí... lo soy.

—Dios, no te pareces en nada a la fotografía que me enviaste —dijo Taemin, con tono lleno de asombro.

DESILUSIÓN (2MIN)🌈🔞Donde viven las historias. Descúbrelo ahora