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Ivana

La vida suele dar golpes a la gente que no los merece. Nunca he entendido por qué eso pasaba, porque a las malas personas siempre les pasan cosas buenas. Tal vez sea un intento del mundo por corromperte un poco e intentar que veas el mundo tal y como es. Un lugar hostil en el que solo hay unos escasos y casi inalcanzables lugares seguros. Entender eso cuando eres adolescente duele, y arrastrarlo hasta la adultez es aún peor. Tal vez debería haber perdonado menos y atacado más. Bien, nos remontamos a un 4 de marzo de 2016. Cuando todavía estaba en cuarto de la eso, acabando el curso. Tenía claro que haría el bachillerato de ciencias para conseguir un título en medicina o psicología. Era mi sueño.

En clase tenía a mis dos amigas, Katie, Diana. Eran mis dos mejores amigas, luego había otros compañeros con los que me llevaba bien, pero no más de ahí. Bruno y yo, desde principio de curso habíamos tenido una complicidad y siempre cruzábamos miradas. Además, era un chico que me parecía muy atractivo, así que empecé a acercarme a él, y a su vez, a su grupo de amigos. Eran todos muy majos, y a raíz de ahí hicimos todos un buen grupo, donde partiendo de que pasaba el tiempo me iba enamoraba de él.

Sus amigos se portaban bien conmigo. Su forma de mostrar complicidad era molestándote, igual que lo hacían entre ellos. Me quitaban las cosas, me arrugaban alguna hoja, cosas que me desquiciaban. Aunque entre ellos era peor. Se pegaban, se daban vuelta a la mochila, se rompían cosas... Si me lo llegasen a hacer a mi, me moriría de la rabia. Los profesores estaban hartos de ellos y de tener que separarlos día tras día. Nosotras no hacíamos otra cosa que reírnos.

–¡Que salgas de clase!

–¡No me da la gana! –respondía Bruno, mientras que el resto trataban de mantenerse serios. Era uno de los más rebeldes, pero así me gustaba.

–Sal. Y tú, también sales –miró a Pedro. Él era de los que mejor me caía después de mi futuro novio.

–¿Y yo qué coño he hecho? –se indigna el nombrado.

–Sal.

–Jooooder... no gano pa' disgustos –no salió sin antes guiñarme un ojo, para ponerme aún más difícil lo de contener la risa. Venir a clase era gracioso.

Me gustaba mucho venir, porque a parte de sacarme el curso me lo pasaba bien. Y estaba incluida en infinidad de planes después de clase. No podíamos esperar al viaje de estudios para poder liarla tranquilos, sin que nos molesten. En verdad, yo era un lobo con piel de cordero. Disfrutaba de hacerme la tonta, así es como se gana el voto de confianza de los profesores y luego cuando haces algo no se creen que has sido tú.

Quedábamos con ellos después de clase, me traía a mis amigos, ya que los incluía en todo y además de eso, se llevaban bien. Aunque todos sabíamos que mi único interés era Bruno. Me gustaba demasiado.

–La próxima semana es el viaje de estudios.

–Una semanita en Roma, como me voy a poner... –Saul sonrió ampliamente alzando las cejas. Le gustaba todo lo que tuviera agujero y ojos bonitos.

–Yo hace que no follo... –suspiro.

–¿No eres virgen? –me mira Bruno. No pareció encantado con la idea.

–Pues no.

–Qué guay, usada y todo –dice con un aire irónico y despreocupado.

–Pues ya ves –rodé los ojos.

–A ti qué más te dará, sirve igual –Saul se encoge de hombros. No sé si tratas de arreglarlo o empeorarlo, hijo. Me comenzaba a sentir un poco incómoda por cómo estaban hablando sobre mí persona.

ᴍíʀᴀᴍᴇ ᴄᴏɴ ᴏᴛʀᴏꜱ ᴏᴊᴏꜱDonde viven las historias. Descúbrelo ahora