Pedro
Había metido la pata hasta el fondo.
–Espero que mañana por la tarde vengas a recoger todas tus cosas o te juro que las voy a quemar como sigan en mi jardín, ¿entendido? –asentí. Me abrió la puerta, salí y me cerró con un portazo. Me lo merecía.
Hice el camino de vuelta al estudio. Sabía que algunos seguirían ahí, ya que me dijeron que seguirían trabajando en la edición de la canción. En cuanto me vieron entrar, se les cambió la cara.
–Que sea la puta última vez que me dais una botella y me presentáis a una chica –espeté.
–¿Qué ha pasado?
–Me ha visto la cara de mentiroso, me ha echado de su casa y me ha amenazado con quemar todas mis pertenencias como sigan ahí y no las recoja –empecé a llorar. Toda la culpa me había golpeado como quien es atropellado por un tráiler.
Me sentía en la mierda ahora mismo. Había traicionado a una persona que lo había dado todo por mi. Había vuelto a darle una oportunidad al amor después de todo lo que sufrió... Me sentía escoria. Me avergonzaba tanto haber hecho algo así, de haber destrozado algo tan bonito por unas horas de sexo con otra persona. No iba a recuperarla nunca. Caí de rodillas al suelo mientras mis ojos se derretían en lágrimas.
–Pedro...
–No voy a recuperar a esa mujer nunca...
–Espera que pasen unos días y habláis las cosas otra vez.
–¿Tú crees que tú novia te perdonaría unos cuernos? No lo creo. Además, ella, con todos los traumas que tiene, con todas las cosas que ha vivido, decidió darme una oportunidad a mí. Y lo he mandado todo a la mierda. Todo.
–Jodidoo.
–Mira, se que a ti te la suda, pero a mí me destroza.
Quería irme a casa. Llorar ahí como un descosido con el apoyo de mi familia, pero estaba convencido de que en cuanto supieran el error que había cometido, mi madre y mi hermana me iba a sacar hasta el alma mientras mi padre las animaba. Por sacarle algo gracioso al asunto. Aunque no tenía ganas ni de bromear. Me limpié las lágrimas, recogí mis cosas del estudio, me despedí y fui hacia allí, completamente desconsolado. Al llegar a casa me encontré todo a oscuras por las horas, así que simplemente le envié un mensaje a mi hermana de que estaba en casa para que mañana no se asustara. Me quedé durmiendo en el sofá, aunque dormí muy poco. Solo podía pensar en ella. En lo mal que lo debería estar pasando por lo gilipollas que he sido. Ojalá nunca haber aceptado ese trago, ni tampoco ese beso, ni tampoco esas insinuaciones. Me daba asco.
Ivana
No tenía ganas de nada. Ni de hablar con nadie, ni de salir de mi habitación. Ni de comer. No podía ni dormir. Simplemente me pudria en mi habitación, me quedaba ahí durmiendo y llorando por días. Hasta que uno de ellos, Dai y Clara irrumpieron en mi habitación.
–¡Dios, pensábamos que estabas muerta! –dice Clara quitándome las sábanas de encima.
–Que susto, joder.
–¡Susto el que nos hemos llevado nosotras! Llevas dos semanas sin contestar al puto teléfono –¿Habían pasado ya dos semanas?
–Ah.
–Mentira, tres. ¿POR QUÉ?
–¿Por qué, qué?
–¿Por qué desapareciste así?
Las miré y aparté la mirada a la ventana y mis ojos volvieron a echar lágrimas. Era un no parar.
–Ey, ey, ey... –Dai se subió a mi cama y me abrazó–, ¿qué pasa?
–Pedro me ha puesto los cuernos.
Ambas se quedaron calladas, y cuando las miré, también vi la traición y la sorpresa en sus ojos.
–No me puto jodas...
–... Yo tampoco quería creérmelo cuando me enteré.
No podía dejar de llorar. Me sentía de lo peor. Esperaba que él se arrepintiera y estuviera tan destrozado como yo por haberme traicionado, pero otra parte de mi, me decía que él estaba bien con esa. Si me había engañado con esa mujer sería por algo, ¿no? Seguro que ya la conocía de mucho antes y nunca me quiso contar aquello. Seguro que ella se lo follaba mejor que yo, lo amaba mejor que yo y le entendía mejor que yo, porque sino, mi cabeza no concebía por qué estaba con ella.
–Me quiero arrancar la cabeza –me cogí de los pelos.
–No hagas nada. Venga, ve a ducharte y arreglarte un poco. No lo digo porque huelas mal, pero...
–Ya, ya lo sé. Me he tirado casi un mes aquí dentro –me levanté mientras me limpiaba las lágrimas–. Estoy horrible, ¿verdad?
–¿Ahora mismo? Sí. Venga, ven. Vamos a la ducha –dice Clara tomando mi mano para dirigirme a la puerta que lleva al pasillo.
Estaba muerta en vida. ¿En qué momento había llegado aquí? ¿En qué momentos un chico había vuelto a romperme el corazón? Miré mi móvil. Tenía cuarenta y tres llamadas perdidas. La mitad eran de Dai, un cuarto de ellas de Clara, algunas de los demás en el grupo, y las últimas tres, eran de Pedro. Cada una en días diferentes. Pero siempre a la misma hora. Ni siquiera los leí, no quería saber nada.
Mientras estaba en la ducha, Clara se fue con Dai y me dejó mi espacio para llorar si lo necesitaba. Me dijo que la llamara si quería compañía, y que estaría esperándome con Daiana en mi habitación. Me di mi tiempo en ducharme, no tenía prisa. Iba a ducharme para volver a entrar en pijama o chándal. Clara entró una sola vez, para dejarme un conjunto cómodo de ropa limpia en la tapa del inodoro y volver a salir. Media hora después entré de nuevo en mi habitación y me tumbé en la cama. Cuando me acomodé en esta, miré hacia todos lados y me di cuenta de que incluso había más espacio. Se habían dado el tiempo de ordenar mientras me duchaba.
–Gracias.
–Lo necesitabas –me sonríe Clara.–Supongo.
–¿Cómo te sientes? –Dai se sentó a mi lado.
–Vacía.
–Joder... Como me duele verte así otra vez... –suspiró y se dejó caer a mi vera.
–Si te duele a ti imagínate a mí, que había vuelto a confiar.
–Lo sé, amore.
Dai y Clara estuvieron toda la tarde conmigo. Y al día siguiente vinieron otra vez. A veces se turnaban para no abrumarme demasiado, otros días no venían pero estaban pendientes de mi por el móvil. Me costaba contestar, pero al menos un "estoy aquí", sí que podía escribirles.
Odiaba volver a sentirme así. Me había costado mucho salir de la depresión, y ahora me sentía igual otra vez. Nada ni nadie conseguía animarme.
–Agradezco que no me tengas bloqueado. Sé que no quieres verme, pero espero que algún día pueda venir a rogarte que me perdones.
Leí aquel mensaje y bloqueé el móvil. Necesitaba tiempo para procesar todo y pensar las cosas. Ahora no quería ni verle, me había fallado como no imaginaba que podría hacerlo él.
–Te amo, morena.
Me dieron ganas de lanzar el móvil por la ventana. Todavía había pequeñas partes de él repartidas por toda la estancia. Regalos, alguna carta que estaba como punto de libro, infinidad de flores disecadas, cartas y fotos en mi corcho, las joyas que me dio, su cadena. Mi cuarto era todo Pedro, miraras por donde miraras. Quería deshacerme de todo, pero una parte de mi me impedía hacerlo. No podía hacer como que nada había pasado. Sentí que él me había amado de verdad. Muchas veces pensaba en cómo estaría él. En si estaría bien, en si se arrepentiría de verdad o solo estaba tratando de manipularme...
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ᴍíʀᴀᴍᴇ ᴄᴏɴ ᴏᴛʀᴏꜱ ᴏᴊᴏꜱ
FanfictionDos antiguos compañeros que lo único que compartían mutuamente era cariño que se tenían y a Bruno, novio de Ivana, amigo de Pedro. Amigo que no resuelta ser tan bueno, y les traerá problemas a ambos. Cuando, unos años después se reencuentran, porque...