11

80 4 0
                                    

Pedro

Marzo 2019

Hacía casi año que no las veía. Había empezado una relación con una chica, iba bien. Ella me hacía olvidarme de la mayoría de cosas, y lo que ella no me hacía olvidar, el alcohol se encargaba. Me tenían que quitar las botellas de las manos para mantenerme mínimamente consciente por las noches, yo estaba seguro de que se acabarían cansando, pero ella seguía aquí. Me quería de verdad, se notaba. Tal vez, era hora de pasar página y olvidar mi antigua vida, estancado en una mujer. De hecho lo estaba consiguiendo, con Leyla a mi lado. Teníamos alquilada una casa en las afueras de Gran Canaria, donde nadie nos conocía y sólo éramos nosotros. Solo existíamos. En verdad eso es lo que estuve buscando siempre, un lugar tranquilo en el que empezar de cero. Donde mi pasado no me atormentara, un sitio sin caras conocidas.

Ivana

Acaba de cumplir los 18 y había organizado una fiesta con todos. No era nada del otro mundo, solo una fiesta de cumpleaños más qué pasaría con mi gente, pero obviamente me hacía ilusión. Música, alcohol, baile... todo lo que se necesitaba para una buena fiesta. Mi novio había estado ayudándome a decorar todo un poco y a colocar la mesa en la que cenaremos antes de irnos de fiesta. Me faltaba Pedrito, pero hacía un año que no teníamos contacto con él, solo Daiana. Lo echaba de menos, no iba a mentir, me faltaba más de lo que pensaba. Pero me dolía la manera en la que se había alejado así, sin más. Sin dar explicaciones. Sin decirle nada a nadie. Se borró a sí mismo de nuestras vidas. Esperaba que estuviera bien.

–¿Nos vamos? –pregunté cuando terminamos de cenar.

–Esperate, los regalos, hombre. No te vas a ir con los regalos a cuestas –se ríe Saul.

–No hacía falta...

–¡Claro que lo hacía! Y como no nos los aceptes, paliza gitana –dice Charlie, poniéndome su regalo delante.

–Por dios –reí.

Fui abriendo regalos. Iban desde Charms para mí Pandora, hasta ropa que una vez dije que me gustó y se acordaron. Estaba más que agradecida con todos.

–A ver, a mí me fallan las cuentas... ¿Esto de quién es? –pregunta Liam con otra caja en la mano. No era muy grande, por lo que no se me ocurría que podía ser. Yo los miraba esperando el dueño del regalo para poder abrirlo, hasta que recibí una mirada furtiva de Daiana. Ya supe de su propietario en cuanto me miró.

–¿Qué? –la miré sorprendida. No me esperaba eso.

–Tendrá muchas cosas, pero mala memoria no es una de ellas.

Con los nervios a flor de piel abrí el regalo con delicadeza. Parecía una caja de joyería, tuve miedo por un segundo por si era algo caro, pero no lo parecía al abrirlo. Un triángulo colgando de una cadena. Recordaba esa cadena, la llevaba desde que lo conocía. ¿Era la misma, la suya? Fuera o no, me la puse para no volver a quitármela.

–Me dijo que había una carta debajo del forro de la caja –señaló Dai, y se acercó–, te aconsejo que la leas a solas. Asentí.

Después de aquello, todos nos fuimos a la discoteca de siempre. Me comía la duda de cómo estaría. No me di cuenta de lo mucho que lo echaba en falta hasta que vi esa cadena, pero él era el que había decidido partir.

–¿Te vienes a dormir a mi casa? –me mira Bruno, y yo encantada asentí–, no iba a dejarte sola en la noche de tu cumpleaños.

–Sino me habría ido con Dai y Clara.

–Ah, vale. Pero hoy te vienes conmigo.

–Sí.

Me sonríe. Sí, tenía ganas de estar con él en mi cumpleaños. Era genial poder pasar la noche con alguien que te amaba.

ᴍíʀᴀᴍᴇ ᴄᴏɴ ᴏᴛʀᴏꜱ ᴏᴊᴏꜱDonde viven las historias. Descúbrelo ahora