Capítulo 2.

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La velada avanzaba, pero la conversación entre Alexander y Sophie continuaba, apartándolos del bullicio de la galería. Los murmullos de los invitados se volvieron un eco lejano, mientras ellos se adentraban en un rincón menos transitado del lugar.

-A veces creo que disfrutas criticándome más de lo que deberías- comentó Alexander con una sonrisa irónica, apoyándose contra una columna.

-Y a veces creo que disfrutas provocándome- replicó Sophie, con una chispa de humor en sus ojos. -Tal vez encuentres inspiración en nuestra rivalidad.

-Es una musa inusual, debo admitir- él la observó, su mirada más suave de lo que había sido en mucho tiempo. -Pero no soy el único que se alimenta de estas dinámicas intensas. Tu pluma parece volverse más afilada cuando se trata de mis obras.

Sophie se rió suavemente, una risa que resonó en el aire como el tintineo de un cristal fino. -Tal vez sea porque tú, Alexander, tienes una habilidad única para evocar emociones contradictorias. Admiración y frustración, fascinación y repulsión. Es un cóctel embriagador para una crítica.

La tensión entre ellos era palpable, una danza constante de atracción y antagonismo. Pero había algo más, una corriente subterránea de respeto y reconocimiento que ambos estaban empezando a explorar.

De repente, las luces de la galería parpadearon, y un susurro de inquietud recorrió a los invitados. Julian se adelantó, su rostro preocupado, y se dirigió a la multitud.

-Parece que estamos experimentando un problema técnico- anunció, tratando de mantener la calma en su voz. -Les pido que permanezcan tranquilos mientras resolvemos esto.

La galería se sumió en una penumbra, las sombras alargándose y deformándose. Sophie y Alexander se miraron, una complicidad silenciosa formándose entre ellos.

-Vaya manera de terminar una inauguración- comentó Sophie con un toque de sarcasmo.

-No es la primera vez que mis exposiciones causan un apagón- bromeó Alexander, intentando aliviar la tensión. -Mis obras parecen tener una conexión especial con el caos.

-¿Quizás deberíamos buscar una linterna?- sugirió ella, aunque su voz no ocultaba del todo la preocupación.

Antes de que pudieran moverse, una figura apareció en la entrada, iluminada por la luz de una linterna portátil. Era Marcus, el asistente de Julian, su rostro una mezcla de alivio y cansancio.

-Hemos encontrado la fuente del problema- anunció. -Un cortocircuito en el sistema de iluminación. Necesitaremos un par de horas para solucionarlo.

Un murmullo de decepción recorrió a los invitados, y algunos comenzaron a abandonar la galería, murmurando sobre la mala suerte y la falta de profesionalismo. Alexander observó la escena, sus labios apretados en una línea delgada.

-Esto no puede ser bueno para mi reputación- musitó.

-Ni para la de Julian- añadió Sophie, mirando al curador, que intentaba calmar a los asistentes con una sonrisa forzada. -Pero no es el fin del mundo. Tal vez sea una oportunidad.

-¿Una oportunidad para qué?- preguntó él, arqueando una ceja.

-Para mostrar que puedes manejar la adversidad con gracia- respondió ella, su tono firme. -Y tal vez, para hablar más sobre tu obra sin la distracción de las luces brillantes y los elogios superficiales.

Alexander la miró, sus ojos encontrando en los de ella una fortaleza inesperada. -Siempre sabes cómo darle la vuelta a las situaciones, ¿no es así?

-Es parte del trabajo- contestó Sophie, encogiéndose de hombros. -Y, Alexander, aunque no lo creas, quiero ver que triunfes. Pero solo si lo haces de una manera auténtica.

-¿Auténtica?- repitió él, como saboreando la palabra. -Creo que eso es lo que siempre he intentado hacer, incluso si a veces fallo en el intento.

Sophie asintió, y en ese momento, algo cambió en la dinámica entre ellos. La hostilidad seguía presente, pero ahora estaba acompañada por una comprensión mutua, un reconocimiento de sus respectivas pasiones y luchas.

-Deberíamos salir a tomar un poco de aire- sugirió Alexander. -Este lugar se está volviendo un poco claustrofóbico.

Sophie asintió y lo siguió hacia una puerta lateral que daba a un pequeño jardín trasero. La brisa nocturna era refrescante, y el cielo despejado permitía ver un mar de estrellas que brillaban intensamente.

-No esperaba esto- admitió Sophie, mirando hacia arriba. -Es hermoso.

-La belleza a menudo se encuentra en los lugares más inesperados- comentó Alexander, su tono suave.

Caminaron en silencio por unos momentos, el sonido de sus pasos sobre la grava llenando el aire. Alexander finalmente se detuvo cerca de una fuente, el agua burbujeando suavemente.

-Sophie, quiero pedirte algo- comenzó, su voz seria. -Sé que nuestra relación ha sido... complicada. Pero necesito tu ayuda. No solo como crítica, sino como alguien que realmente entiende el arte.

Ella lo miró con sorpresa, sus cejas levantadas. -¿Qué estás diciendo, Alexander?

-Estoy diciendo que quiero que colabores conmigo en mi próxima exposición- sus palabras eran decididas. -Quiero tu perspectiva, tu honestidad brutal. Quiero que me desafíes a ser mejor.

Sophie se quedó en silencio, procesando lo que él acababa de decir. -¿Estás seguro de eso?- preguntó finalmente. -No soy conocida por ser amable en mis críticas.

-Y eso es exactamente lo que necesito- replicó él, sus ojos brillando con determinación. -Alguien que no tenga miedo de decirme la verdad, incluso cuando es difícil de escuchar.

Ella lo miró por un largo momento, sus pensamientos corriendo a mil por hora. Finalmente, asintió lentamente. -Está bien, Alexander. Acepto. Pero prepárate, porque no voy a contenerme.

Él sonrió, una sonrisa genuina que rara vez mostraba. -Eso es lo que espero. Y Sophie... gracias.

-No me des las gracias aún- respondió ella, aunque una leve sonrisa jugaba en sus labios. -Todavía tenemos mucho trabajo por delante.

La noche continuó, y aunque la galería permanecía a oscuras, en ese pequeño jardín trasero, una nueva luz comenzaba a brillar entre Alexander y Sophie. Era un comienzo incierto, lleno de promesas y desafíos, pero ambos sabían que estaban listos para enfrentarlo juntos, aunque sus corazones todavía se resistieran a admitir lo que sus almas ya reconocían: una conexión que iba más allá de la rivalidad, hacia algo mucho más profundo y transformador.





...¿Será que está surgiendo algo más que una relación de "enemistad creativa" entre los protagonistas?...

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