Capítulo 21.

2 2 0
                                    

La tercera cita llegó con una anticipación palpable, una energía que Sophie y Alexander no podían ignorar. Habían elegido un restaurante íntimo, conocido por su ambiente acogedor y su comida exquisita. Las luces suaves y la música de fondo creaban un ambiente perfecto para una velada que prometía ser inolvidable.

-Este lugar es maravilloso- comentó Sophie mientras se acomodaban en una mesa junto a la ventana, desde donde podían ver las luces de la ciudad.

-Me alegra que te guste. Es uno de mis favoritos. Tiene un encanto especial.

El camarero se acercó para tomar sus pedidos, y ambos optaron por platos que reflejaban su gusto refinado. Mientras esperaban, la conversación fluyó con una facilidad sorprendente, cubriendo temas que iban desde el arte hasta sus experiencias personales.

-¿Alguna vez has pensado en exponer tus escritos?- preguntó Alexander, sus ojos brillando con interés genuino.

-No realmente. Escribir, algo que no sea una crítica, es algo muy personal para mí. No estoy segura de querer compartirlo con el mundo.

-Entiendo. Pero creo que tus palabras podrían tocar a muchas personas, igual que tu crítica de arte ha influenciado a tantos.

Sophie lo miró, sorprendida por la profundidad de sus palabras. Había algo en Alexander que siempre lograba penetrar su exterior frío y llegar a su verdadera esencia. Mientras continuaban conversando, Sophie se dio cuenta de que se sentía más abierta y vulnerable de lo que había estado en mucho tiempo.

La cena fue un éxito rotundo. Los platos eran una sinfonía de sabores, y el vino complementaba cada bocado a la perfección. Cuando terminaron, decidieron dar un paseo por la ciudad, disfrutando de la noche y de la compañía del otro.

-Es una noche hermosa- comentó Sophie mientras caminaban por un parque iluminado por faroles antiguos.

-Sí, lo es. Y es aún más hermosa porque estoy contigo.

Sophie sonrió, sintiendo un calor que no solo venía del clima. Había algo en la forma en que Alexander la miraba, una mezcla de admiración y deseo que la hacía sentir especial y deseada.

-¿Quieres venir a mi casa?- preguntó Alexander, su tono casual pero con una expectativa que era difícil de ocultar.

Sophie dudó por un momento, pero algo en su interior la impulsó a aceptar. -Me encantaría.

Caminaron hasta la casa de Alexander, un apartamento elegante y decorado con obras de arte que reflejaban su buen gusto y su pasión por la estética. Al entrar, Sophie se sintió inmediatamente cómoda, como si estuviera en un lugar que le pertenecía de alguna manera.

-Ponte cómoda. ¿Te gustaría algo de beber?

-Un poco de vino estaría bien.

Alexander sirvió dos copas de vino y se las llevó al salón, donde se sentaron en el sofá. La conversación continuó, pero ahora había una tensión palpable en el aire, una atracción que ninguno de los dos podía ignorar.

-Sophie, hay algo que quiero decirte- Alexander la miró fijamente, sus ojos reflejando una mezcla de emociones.

-¿Qué es?

-Desde que te conocí, he sentido algo muy fuerte por ti. Al principio, pensé que era solo admiración profesional, pero con el tiempo me di cuenta de que es mucho más que eso. Me siento atraído por ti de una manera que no puedo explicar.

Sophie lo miró, sus ojos llenos de sorpresa y algo más profundo. -Alexander, yo...

Las palabras se quedaron atrapadas en su garganta, y en lugar de hablar, se inclinó hacia él y lo besó. Fue un beso tímido al principio, pero rápidamente se volvió más apasionado, lleno de una intensidad que ambos habían estado reprimiendo.

Las copas de vino quedaron olvidadas mientras se dejaban llevar por el momento. Alexander la llevó suavemente hacia su habitación, sus labios nunca separándose de los de ella. La habitación estaba decorada con la misma elegancia que el resto de la casa, y la cama parecía invitarlos a explorar su mutua atracción.

-Eres hermosa- susurró Alexander mientras acariciaba su rostro, sus manos temblando ligeramente por la emoción.

-Tú también lo eres- respondió Sophie, su voz apenas un murmullo.

Se desnudaron lentamente, cada prenda cayendo al suelo con una deliberación que hacía que cada momento fuera aún más intenso. Cuando finalmente estuvieron piel con piel, se miraron a los ojos, una comprensión silenciosa pasando entre ellos.

La intimidad que siguió fue más allá de lo que ambos habían imaginado. Cada caricia, cada beso, cada susurro era una declaración de deseo y cariño. Sus cuerpos se movían en perfecta armonía, como si estuvieran destinados a encontrarse de esta manera.

Para Sophie, fue una revelación. Había temido abrirse a alguien, temido dejar entrar a Alexander en su vida de esta manera, pero ahora que lo había hecho, se daba cuenta de lo mucho que lo deseaba. Cada vez que él la tocaba, sentía una corriente de electricidad recorrer su cuerpo, una sensación que no podía negar.

Alexander, por su parte, estaba abrumado por la intensidad de sus emociones. Había esperado tanto para este momento, y ahora que estaba aquí, no podía creer lo perfecto que era. Sophie era todo lo que había deseado y más, y cada segundo con ella solo fortalecía su amor y admiración por ella.

Cuando finalmente alcanzaron el clímax juntos, fue una experiencia catártica, una liberación de todas las emociones y deseos que habían estado reprimiendo. Se quedaron abrazados en la oscuridad, sus cuerpos entrelazados y sus respiraciones entrecortadas, disfrutando de la paz y la satisfacción que solo podían encontrar el uno en el otro.

-Esto ha sido... increíble- murmuró Sophie, su cabeza apoyada en el pecho de Alexander.

-Sí, lo ha sido. No puedo imaginar estar con nadie más.

Sophie levantó la cabeza y lo miró a los ojos, viendo en ellos la sinceridad y el amor que siempre había deseado pero que nunca había creído posible. -Alexander, creo que... te amo.

-Y yo a ti, Sophie. Siempre lo he sabido.

Se besaron de nuevo, esta vez con una ternura y una pasión que reflejaban la profundidad de sus sentimientos. Pasaron la noche juntos, hablando en susurros y explorando cada rincón de sus almas y cuerpos.

Al amanecer, la realidad comenzó a filtrarse, pero la magia del momento no se desvaneció. Sabían que su relación sería un desafío, llena de altibajos y momentos de incertidumbre, pero estaban dispuestos a enfrentarlo juntos.

-¿Qué vamos a hacer ahora?- preguntó Sophie, su voz cargada de una mezcla de esperanza y preocupación.

-Lo que sea necesario para estar juntos. No me importa lo que pase, siempre y cuando estés a mi lado.

-Entonces, enfrentémoslo juntos. Pase lo que pase.

Se abrazaron con fuerza, conscientes de que habían cruzado un umbral importante en su relación. La frialdad y la reserva que habían mantenido durante tanto tiempo se estaban desvaneciendo, reemplazadas por una conexión que iba más allá de lo físico.

El futuro era incierto, pero ambos sabían que tenían algo especial. Algo que valía la pena luchar. Y mientras el sol se levantaba en el horizonte, iluminando la ciudad con una luz dorada, Alexander y Sophie se sintieron listos para enfrentar cualquier desafío que el destino les deparara, siempre y cuando estuvieran juntos.

Esta noche había sido un punto de inflexión, el comienzo de algo más profundo y significativo entre ellos. Ambos estaban dispuestos a explorar esta nueva dimensión de su relación, conscientes de que los retos eran inevitables, pero también lo eran las recompensas. Alexander y Sophie se miraron a los ojos, sellando un pacto tácito de apoyo y amor incondicional. En ese momento, sabían que podían enfrentarlo todo juntos, fortalecidos por la certeza de su mutuo afecto y la promesa de un futuro compartido.

La Crítica del Arte.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora