(. . .)
Sophie se despertó bruscamente, su corazón latiendo con fuerza y su respiración agitada. La claridad de su sueño húmedo la dejó perpleja y abrumada. Miró a su alrededor, confirmando que aún estaba en su estudio, su escritorio desordenado y las páginas de su escrito esparcidas.
-No puede ser- murmuró para sí misma, tocando su frente con una mano temblorosa. La intensidad de sus sentimientos en el sueño la dejó inquieta. ¿Cómo podía estar soñando de esa manera con Alexander?
Se levantó del sofá, caminando lentamente por la habitación mientras intentaba calmar su mente. Sabía que necesitaba hablar con alguien sobre esto, alguien en quien confiara completamente. Tomó su teléfono y marcó un número familiar, esperando que su amiga respondiera.
-¿Hola?- la voz somnolienta de su amiga respondió después de unos tonos.
-Necesito verte mañana- las palabras salieron apresuradas, casi suplicantes.
-Sophie, ¿qué pasa? ¿Estás bien?
-Solo... necesito hablar. Por favor.
Hubo un breve silencio al otro lado de la línea antes de que su amiga respondiera con suavidad.
-Claro, nos vemos mañana en nuestro café habitual a las diez.
Sophie agradeció en silencio antes de colgar. Sabía que su amiga la escucharía y la ayudaría a ordenar sus pensamientos. Se recostó en el sofá, intentando ignorar las imágenes vívidas de su sueño mientras cerraba los ojos. La noche pasó lenta y tormentosa, sus pensamientos girando incesantemente alrededor de Alexander.
Al día siguiente, se levantó temprano, tratando de calmarse antes de encontrarse con su amiga. Se vistió con cuidado, escogiendo un atuendo que le daba confianza. Caminó hacia el café, el aire fresco de la mañana ayudándola a despejar su mente.
Al llegar, vio a su amiga sentada en una mesa cerca de la ventana, esperándola con una taza de café en la mano. Sophie se acercó, intentando sonreír pero sintiendo el peso de sus pensamientos.
-Gracias por venir- le agradeció mientras se sentaba.
-Sabes que siempre estoy aquí para ti-. Su amiga le ofreció una sonrisa cálida, observándola con atención.
Sophie tomó un sorbo de su café, intentando reunir las palabras adecuadas para explicar lo que sentía. El ruido suave del café, el murmullo de las conversaciones y el aroma a café recién hecho creaban un ambiente acogedor, pero su mente seguía envuelta en una tormenta de confusión.
-Anoche tuve un sueño...- empezó, su voz apenas un susurro. -Fue sobre Alexander.
La amiga arqueó una ceja, intrigada.
-¿Alexander? ¿El artista del que siempre hablas? ¿Qué sucedió en el sueño?
Sophie respiró hondo, mirando fijamente la taza de café mientras relataba el sueño con detalles precisos. La intensidad, la pasión, y la confusión que había sentido al despertar. Cada palabra era una liberación, pero también un enfrentamiento con sus propios miedos y deseos.
-Cuando me desperté, estaba tan confusa. No entiendo por qué tengo estos pensamientos sobre él. Siempre hemos sido rivales, y sin embargo, hay algo que no puedo negar- terminó, su voz cargada de vulnerabilidad.
La amiga la miró en silencio durante un momento, sopesando sus palabras.
-A veces, lo que parece rivalidad es solo una forma de ocultar sentimientos más profundos- reflexionó. -Quizás lo que sientes por Alexander va más allá de lo que te permites admitir.
Sophie frunció el ceño, luchando contra la idea.
-No puedo enamorarme de él. Sería una completa pérdida de tiempo. Además, no sé si él siente lo mismo.
-¿Y si lo que sientes no es amor, sino una conexión más profunda? Tal vez no sea algo que puedas definir fácilmente- sugirió la amiga con suavidad.
Las palabras resonaron en Sophie, una verdad incómoda pero innegable. La conexión que sentía con Alexander era algo que nunca había experimentado antes, y eso la aterrorizaba.
-No sé cómo enfrentar esto- admitió, su voz quebrándose ligeramente.
-Tómate tu tiempo. No necesitas tener todas las respuestas ahora mismo. Permítete sentir, sin juzgarte- aconsejó la amiga, tomando la mano de Sophie en un gesto de apoyo.
Sophie asintió lentamente, sintiendo una pequeña chispa de claridad. Tal vez, solo tal vez, era hora de dejar de luchar contra sus propios sentimientos y aceptar lo que realmente estaba ocurriendo dentro de ella.
Después del café, Sophie se sintió un poco más ligera. La conversación con su amiga había sido un bálsamo para su alma inquieta. Caminó de regreso a su estudio, su mente trabajando incansablemente en las palabras de su amiga.
Al llegar a su estudio, se sentó frente a su escritorio y tomó su pluma. Empezó a escribir nuevamente, esta vez dejando que sus sentimientos fluyeran sin restricciones. Cada palabra, cada frase era una ventana a su alma, un reflejo de sus deseos y miedos.
-La noche era un manto de sombras, envolviendo a los dos en una danza de deseo y temor. Sus manos se encontraron en un roce accidental, un toque que encendió una chispa en sus corazones. Ella lo miró, sus ojos reflejando la confusión y la intensidad de sus sentimientos.
La escritura se convirtió en una catarsis, una forma de enfrentar y aceptar lo que sentía por Alexander. La vulnerabilidad de sus palabras era un recordatorio de su humanidad, de su capacidad para amar y ser amada.
-Alexander se acercó, su presencia imponente pero suave. Sus manos encontraron el camino hacia su piel, dibujando caminos de deseo y ternura. Ella se entregó a él, sus miedos desvaneciéndose en el calor de su abrazo.
Cada palabra era un paso hacia la aceptación, una rendición a lo que siempre había estado ahí, esperando ser descubierto. Sophie cerró el cuaderno, sintiendo una paz interior que no había conocido antes. Tal vez, solo tal vez, estaba lista para enfrentar la verdad de sus sentimientos.
La noche cayó nuevamente, y con ella, una nueva resolución se asentó en el corazón de Sophie. No sabía lo que el futuro le deparaba, pero estaba dispuesta a descubrirlo. Con Alexander a su lado o no, estaba decidida a vivir auténticamente, aceptando cada parte de su ser, cada emoción y cada deseo.
Mientras el silencio envolvía su estudio, Sophie supo que estaba en el comienzo de un viaje hacia el autodescubrimiento, un viaje que la llevaría a lugares insospechados, tanto en el arte como en el amor.
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La Crítica del Arte.
Romance"La Crítica del Arte" Un artista y un crítico de arte se desprecian públicamente, pero cuando él le pide a ella ayuda para exponer su obra en una galería importante, se ven envueltos en una complicada relación que va más allá de la profesionali...