Prólogo 🚨

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—Han Jisung, se le ha declarado culpable por asesinato y violación a Lee Felix, tráfico de drogas y robo. Como mi veredicto final, le impongo 35 años de cárcel—. Dictó el juez barbudo sentado. El acusado, Jisung, se desplomó ahí mismo, soltando las lágrimas que estaban siendo retenidas por él mismo. Él era inocente, todos en el estrado lo sabían. ¿Asesinato? ¿Violación? ¿Robo? ¡Incluso lo acusaban de ser traficante de drogas!

Su madre, Han Sana, se levantó del asiento, alertando al guardia que la custodiaba. Su abogado estuvo a punto de retenerla, pero se decidió por no hacerlo.

—¡Esto es un error! ¡Lo acusan sin pruebas!—. Gritó en un intento desesperado por dejarlo libre. Aunque nada haría que la decisión del jurado sea disuelta, ni siquiera los ruegos suplicantes de una madre tratando de proteger a su hijo.

Jisung estalló desconsolado. No deseaba ir a la cárcel, sabía que no lo merecía. La familia del fallecido también estaba ahí, pero ésta sabía que él no había hecho nada malo. El muchacho no tenía ninguna relación con su criatura.

—Podríamos reducir su condena si es honesto y confiesa sus crimenes, señor Han—. Dijo de forma descarada, ignorando las gotas que escapaban sin parar de sus ojos. Su mirada triste y angustiante no causaba nada en el hombre sentado. Aunque tenía algo de razón. En esa sala, la empatía que tenía debía desaparecer.

—¡Soy inocente! ¡Reconozco haberlo visto ese día, pero ni siquiera le hablé! ¡Me están culpando sin evidencia!—. Su voz rota y melancólica resonó. La gente no hacía algo, solo miraba cómo el chico lloraba y se destrozaba. Todos con pena, sin tener la valentía de defenderle. Ni siquiera el abogado trataba de hacerlo.

—Si no lo aceptará, entonces no tiene nada que hacer aquí—. Les hizo una seña a los policías de alrededor, que de inmediato detuvieron la grabación y se dirigieron a él.

Lo retuvieron y pusieron unas esposas en sus delgadas muñecas, mojadas por agua cristalina y mocos. Con pesar, lo levantaron por los brazos, y la víctima no opuso resistencia. Ya no tenía fuerzas para nada.

El bullicio de alrededor le irritaba a sus oídos, tanto que quiso taparselos. Pero no podía.

Solo se dió cuenta de dónde estaba, cuando lo lanzaron a la patrulla. Ésta arrancó y comenzó su trayecto a la cárcel Seodaemun.

Prisionero ~ Minsung.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora