No. 16 🚨

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Sabía que ese momento se quedaría grabado en su memoria hasta el día de su muerte.

Por fin, el olor hermoso a libertad, la gente paseaba por las calles, los autos pasaban y no tenía problema en verlos hacerlo. Los locales abiertos donde había gente atendiendo con una sonrisa, aunque alguna que otra era falsa, no le quitaba lo lindo. Los estudiantes pasaban con sus mochilas, uniforme y cuadernos, recordó con nostalgia sus antiguos días de secundaria, donde no tenía que preocuparse en otra cosa más que estudiar y hacer tareas.

Esos 3 años serían muy felices.

Aunque se arrepintió de pensar eso cuando sintió un dolor horrible en su vientre.

—Jodido bebé...—. Susurró la muchacha y golpeó suavemente su estómago, pensando en que el dolor desaparecería mágicamente, aunque era claro que nada lo podría aliviar.

Estar en la cárcel le había hecho reflexionar en todo, dándose cuenta de lo mucho que estimaba estar libre, de poder emborracharse hasta caer desmayada entre los brazos de algún desconocido, poder dormir en una habitación propia sin tener que lidiar con su molesto compañero Jake, poder sentarse y pensar en su futuro, sin tener que pensar en que nunca podría hacer nada. Extrañaba su vida antes de su arresto.

Aunque, decir que estaba arrepentida de lo que había hecho sería una gran mentira, ya que no sentía nada de eso.

Sabía que había matando a mucha gente inocente, la mayoría con una gran vida por delante. Pero eso simplemente no entraba bien en su cerebro.

El barrio en el que había vivido la mayor parte de su adultez había cambiado mucho, las calles ya no eran obscuras, pues el color de las flores resaltaba y le daba un toque más vívido y animado. No como antes que parecía un pueblo pobre con las casas de ladrillo de un desanimado gris, sumando el suelo desgastado y sobresalido.

Un lugar en el que en algún punto deseó vivir.

Habían pasado 15 años, era obvio que iba a cambiar de todas formas.

Caminaba sin rumbo, solo concentrándose en la vereda y en cosas que para alguien solo era algo ordinario, pero para ella era algo más.

Divisó un bar, más específicamente el último bar que había visitado antes de su último servicio y sonrió con nostalgia. Seguía igual de descuidado, era sorprendente que todavía no se haya caído. Curiosamente era el bar más visitado por ella.

Ahora tenía curiosidad, ¿Cómo será la gente con la que antes había convivido? ¿Su amiga Momo seguirá atendiendo la barra? Nos e quedó con la duda, pues rápidamente se dirigió al establecimiento.

Abrió la puerta de cristal y el típico aroma a alcohol dilató sus fosas, un hambre voraz de alcohol se apoderó de ella. Reconoció a una cara bonita con un uniforme blanco y negro atendiendo la barra.

—¡Momo!—. Gritó feliz, ignorando por completo que ahora, ya era muy diferente a la última vez.

—¿Ryujin unnie?—. Preguntó incrédula.

—¡Qué bueno verte aquí! Ha pasado un tiempo—. Se acercó al barrote y apoyó sus manos en él.

—Eh... Sí—. Respondió cortante, pues se sentía intimidada por ella, ya que después de que sea arrestada, se enteró de todas las atrocidades que había realizado, ¿Cómo podría una niña de 18 años hacer tales cosas?

—Cuéntame, ¿Qué ha sido de tí? Cuando ví el bar inmediatamente pensé en tí, un milagro que sigas trabajando en esta porquería—. Sonrió y se sentó en la silla alta giratoria de cuero, muy diferentes a como las recordaba.

También había cambiado por dentro, el piso ahora era de cuarzo y ya no era resbaladizo como antes, que se caía cada vez que iba. Las paredes eran grises, antes eran verdes, una combinación inusual y algo fea para sus gustos. Los sillones por fin eran bonitos comparados con los anteriores. Todo era diferente, y lo diferente se le hacía bonito.

—Lo siento, ahora vuelo—. Dijo la moza incómoda, y escapó exitosamente de ella, Ryujin suspiró.

Volteó para seguir admirando y analizando el lugar, hasta que sus oídos captaron algo inusual.

—Escuché que Minho hyung saldrá como en 1 semana—. Dijo una voz chillona, la chica no era entrometida, pero eso claro que había despertado curiosidad en ella. Disimuladamente se acercó un poco más a la derecha, dirección en la que estaba un grupo de hombres sentados.

—Lo sé, el jefe Jay dijo que lo mandaría a trabajar en cuanto salga—. Mencionó un pelirrojo alto con rasgos finos. Sostenía una copa en su mano y la dirigió a su boca.

—No creo que sea buena idea—. Replicó otro muchacho.

—¿Por?—. Ryujin a ese punto estaba dos sillas lejos del grupo, tomó una copa al azar y le tomó, importándole poco que sea una bebida ajena. Y olvidándose por completo de su bebé.

—En estos 7 años ha cambiado, ¿Qué tal si se le ocurre traicionarnos? Toda la red estaría en la boca del huracán—. Todos le dieron la razón.

—He intentado hablar con B, pero creo que se enfadó, estoy seguro de que ese hombre nos mandará a la mierda—. Dijo una voz grave que había hablado hasta ahora, se le hizo algo conocida, pero no podía voltear a ver de quién se trataba. Suficiente era estar demasiado cerca de ellos—Aunque, si enserio llega a traicionarnos y él se entera, es obvio que no saldrá vivo—. Aseguró y se escuchó un suave sorbo.

—Lesseo mencionó que era seguro que lo haga, pero no le ha dicho—.

—¿Cómo está segura?—.

—Mencionó a un chico que le gusta, al que B inculpó de matar a Felix, está en la cárcel—. Los ojos de la mujer se dilataron y sus orejas se subieron. No podía estar escuchando eso.

¿Minho? ¿Jefe B? ¿Jisung? ¿Felix? Oh dios, visitar el bar fue la mejor cosa que se le pudo ocurrir.

Había escuchando sobre el tal Felix, y según Jisung, ese era el nombre del chico que fue asesinado.

—No vuelvan a mencionar ese nombre o juro que les cortaré la cabeza—. Amenazó el hombre con voz grave, Ryujin sintió un escalofrío recorrer su cuerpo con solo escucharlo.

—Lo sentimos, Jin—. Se disculpó honestamente.

—Sigan—. Ordenó de forma amenazante.

—Si-siguendo, Lesseo dijo que era probable por que quería sacarlo de ahí, entonces, si el muchacho fue inculpado por B, es seguro que usará al jefe para hacerlo. Es la única forma—. La chica tragó saliva y sus manos se tensaron. Estaban en problemas.

—Entonces tenemos que hacer algo con ellos—. Su pecho se comenzó a elevar y contraer muy rápido al captar lo que estaba insinuando.

—¿Qué pretendes?—.

—Si no podemos matar a Lee porque el jefe se enoja...—. Hizo una pausa.

—Hay que separarlos—.

Prisionero ~ Minsung.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora