No. 21 🚨

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Minho ya tenía un plan en mente, y esperaba que funcionara. Involucraba a demasiada gente para su gusto, pero estaba seguro que funcionaría.

Ya había comenzado con el plan, así que ya no había vuelta atrás.

Pasó 1 día entero hablando con la gente que metió en eso, y todos habían aceptado darle protección a Jisung. Y sí, era demasiada, pero quería toda la ayuda posible. Aunque a cambio de eso, tuvo que prometer hacer unos pequeños favores.

La vida de sonrió. Porque el guardia amigo de Jisung le habló. Y sí, Chris también iba a ayudar, aunque no tenía total confianza en él.

—Minho, visita—. Dijo viendo al menor, que se encontraba demasiado concentrado en su libreta—que ya no soltaba por nada—como para siquiera darse cuenta. El mayor rodó en la cama y divisó al chico con uniforme.

—Voooooy—. Dijo con voz melosa. Se paró en sus pies y de inmediato la celda fue abierta. Se puso de espaldas dejando que le espose, comportamiento típico de él.

Caminaron a la sala de visita, donde lo primero que vió al llegar, fue a su esposa con una sonrisa decorando su rostro. Ella al verle aplaudió como niña pequeña.

Minho negó con la cabeza y se sentó en la silla frente a él.

—Amoooooor, ¿Cómo estás? Ya faltan 2 meses para que salgas de aquí—. Fingió abrazarlo. Ella era alguien muy infantil a los ojos de Lee, y era una de las cosas que más le irritaba. Aunque sabía que por dentro, era alguien madura y seria. Por eso, le dedicó la mirada más fría que pudo. La expresión de la mujer cambió, pues entendió a lo que iba a meterse.

—Hola linda—Saludó amablemente, cosa que nunca hacía. Captó la atención de la visitante al instante—¿Sabes? Me enteré que salgo en menos de 2 semanas. Te había dicho 2 meses, pero me confundí. Y quería saber si mis padres están bien en Busan, ya sabes, si lograron conseguir su casa o no. O si al final consiguieron la de Incheon—. Shuhua quedó unos momentos en silencio, analizando la petición. Hasta que se percató de sus verdaderas intenciones. Sonrió amablemente.

—¡Oh! ¡Sí la consiguieron! No sabes lo feliz que me puse cuando me enteré. Tranquilo, ellos están bien. Creo que no me dañará darle una visita a mis queridos suegros—. Cruzó las piernas. Su cara angelical insinuaba que decía la verdad, aunque no era así. Y sí, ella sabía del trabajo sucio de su "esposo" y fue cómplice en alguna ocasión. Pero cuando lo arrestaron, nunca la investigaron ni nada. Uno de los muchos errores que cometió la policía.

—Seguro que no, ellos te adoran—. Afirmó falsamente. Y ella lo sabía. Los padres de Minho nunca se presentaron en su boda y ni siquiera los felicitaron cuando se enteraron de su compromiso. No significaba que no lo querían, al contrario, lo amaban. Pero el problema era Shuhua, ya que nunca les llegó a caer bien. Sus hermanos sí lo felicitaron, pero sospechaba que tampoco la querían. Y para decir la verdad, a Lee casi siempre le hartaba tener que hablarle. Pero llegaba a serle agradable algunas veces.

—¡Lo sé! ¡Son un amor! ¡Los amo con todo mi corazón!—. Sonrió. Si no la conociera, no sabría que mentía. Y era de esperarse, estudió actuación al igual que Ryujin.

El sonido de la alarma sonó. El uniformado al lado de la mujer la tomó y desactivó .

—Se ha acabado el tiempo. Hora de volver—. La mirada oscura del hombre le género intriga y casi confirmó su sospecha. Se levantó y dejó que Chris le tomó del brazo, apartando al instante la mirada del guardia para no generar sospechas. Esto también lo noto la mujer de Lee, y le dedicó una sonrisa forzada y algo perturbadora. Él tragó saliva algo intimidado y simplemente le abrió la puerta, invitándola a salir de ahí.

—Eh, salga por favor—. La sonrisa sin sentimientos de la chica cada vez le ponía más nervioso y comenzó a sudar frío. Después, agrandó la curvatura de sus labios como si se tratara de una película de terror y pasó de largo. Su sonrisa desvaneció en cuanto él se fue de su campo de visión.

Pasó pasillo por pasillo hasta salir de la cárcel, ignorando a la gente que pasaba y que chocaba con ella por el apuro. Cuando estuvo fuera, sacó su celular y comenzó a buscar en el mapa la forma más rápida de llegar a la casa de Minho en Incheon. Pues tenía que prepararla antes de que él saliera de ahí.

“¿Ahora qué harás, Lee?” Se preguntó mientras caminaba de vuelta a su vehículo.

Comenzó a analizar todo. Su esposo parecía estar incómodo, tal vez por la presencia de guardias. Y no le sorprendería si era porque se sentía inseguro con ellos. Sabía perfectamente que con su trabajo, no podía estar bien. Pues corría el riesgo de que cualquier persona que esté cerca suyo, esté vigilándolo o algo. Y la mirada que le dedicó al que estaba detrás suya le causaba mucha intriga. Logró intimidarlo con su sonrisa, pero no consiguió nada con eso. Solo pudo deducir que era alguien muy manipulable y sumiso.

Y ahora que lo pensaba, ella también corría peligro.

Entró al coche y lo accionó rápido. Miró a los lados y confirmó que nadie le estaba siguiendo. Sin delirar, quitó el freno de mano y avanzó el vehículo. Afortunadamente tenía un permiso para manejar sin placa, así que no tenía tanto miedo.

Necesitaría que Miho le haga un enorme favor para pagar la gran ayuda que le iba a brindar.

—🚨—

Jisung se comía las uñas, nervioso y ansioso.

Minho era visitado muy seguido, y tenía miedo de que la persona que le citara fuera algo especial para él. Después de lo que pasó con la mujer que aseguro estar embarazada de él, una gran inseguridad creció en su interior. Quiso preguntarle en más de una ocasión sobre esa persona misteriosa, aunque la vergüenza le ganaba y nunca llegaba a decir algo.

Su atención aterrizó en los barrotes, donde su chico estaba afuera, esperando a que le quitaran las esposas de sus manos prisioneras. Esta vez no pudo sonreír por toda la ansiedad que tenía.

Chris abrió la celda, empujó levemente a su acompañante y cerró con fuerza de inmediato. Él miró a Jisung fugazmente y no notó que no se encontraba bien, así que solo se fue.

A su vez, Minho fingió no prestarle atención al menor y se recostó en el colchón cómodo. Ni siquiera se tomó el tiempo de arroparse, pues su mente se encontraba en otro lado, entrando en crisis porque se dió cuenta de su estado. Y por el rabillo del ojo, vió como comenzó a morderse las uñas y a rascarse los dedos con la otra mano. Inevitablemente dijo:

—Deja de hacer eso—.

Pero él no se detuvo, su pie comenzó a moverse más rápido y sus dientes torturaban más a sus pobres uñas rosadas, que ahora estaban destrozadas y para nada uniformes. Para que él no lo vea, se acostó y puso de espaldas su cuerpo. Sus dedos ardieron y sintió líquido en ellos, ahí fue que se dió cuenta de que ya se estaba quitando piel por rascarse los dedos. Aunque no quiso parar.

Las sábanas ahora tenían unas ligeras gotas rojas pegadas a ellas. Y estaba aumentando paulatinamente la cantidad de rojo en ellas.

No le importó, hasta que sintió el sabor metálico en sus labios y el inestable dolor en sus dedos índice y anular. Ahí fue cuando se dió cuenta de lo que hacía y dejó su anatomía. Se puso las manos entre sus piernas y trató de ignorar el dolor para concentrarse en dormir.

Prisionero ~ Minsung.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora