XXXII

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Creo que debería disculparme con Senku... Después de todo yo malinterprete todito.

Di un largo suspiro cerrando los ojos.

¿Que puedo hacer? ¿Darle algo? ¿Ponerme de rodillas? ¿Disculparme? ...¿Besarlo?

Menee la cabeza para alejar esos pensamientos.

—¿Por qué tan deprimida? —pregunto Kohaku acercándose a mí.

—Cosas de la vida... —respondí haciendo la cabeza hacia atrás.

La rubia se sentó a mi lado y empezó a tronarse el cuello.

—¿Estás bien? —le pregunté viéndola de reojo.

—Si, es solo que he estado esperando a Chrome desde hace tres horas solo porque el idiota fue a espiar a senku y a xeno, pero no ha regresado. —respondió irritada. —Creó que iré a ver que están haciendo. ¿Quieres venir?

Yo negué con la cabeza.

—No tengo ganas.

—...

—...

—... ¿Tú y el rábano se pelearon?

Yo parpadee varias veces.
¿Por qué todos se dan cuenta tan rápido?

—¿Tan obvio es? —murmuré cansada.

—Mucho.

—Bueno, si, estamos peleados. —exclame cruzandome de brazos.

—¿Se puede saber la razón?

Ay no. No, no. No le puedo decir que fue por eso, perdería toda mi reputación.

—¡Es una larga historia! No creo que tengas tiempo...

—Soy toda oidos. —interrumpió acercándose más a mí.

Mi cara al instante palideció.

—¡A-antes de eso quisiera que me ayudaras a hacer algo! —tartamudee meneando mis manos de un lado a otro, inquieta.

Debo cambiar de tema Olímpicamente.

—¿Ah? ¿Para que se reconcilien? ¡Adelante!

Ay, mierda. ¿Ahora que se supone que haga?

—Bueno... Yo... ¿Que crees que le podría gustar a senku? —pregunté rascándome la nuca.

La contraría me miró fijamente.

—Cómo se supone que yo sepa que le gusta si tú eres la personas más cercana a él, mejor tu dime que le gusta. —explico cruzandose de brazos.

—Bueno... En realidad lo único que le llama la atención es la ciencia... Y ya tiene todo relacionado a eso... Y si no lo tuviera ya lo hubiera hecho... Y yo no sé nada de ciencia... Tampoco soy tan inteligente para hacerle algo relacionado a eso... Además de que sería demasiado costoso... Y no hay tiempo... En conclusión... No sé que le podría dar.

Kohaku me miró con un tic en el ojo. Segundo después suspiro.

—En realidad creo que tienes razón... —murmuró colocándose la mano en la barbilla, pensativa. —Pero creo que aunque sea debería haber alguna cosa que no tenga y le puedas dar, solo una. Así que piensa, _____. ¿Que le puedes dar a senku?

—Ah... ¿Mi cuerpo? —susurré pensativa.

La rubia rápidamente negó.

—o-otra cosa.

—Mi cuerpo. —exclame decidida.

No sé me ocurre nada más aparte de eso.

—¿Tantas ganas tienes de darle tu cuerpo? —Pregunto con un leve sonrojo.

~you~ •ishigami Senku•Donde viven las historias. Descúbrelo ahora