Capítulo 23

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— ¿De que decías que trabajaba esa tal Fernanda? — habló un chico mirando a Isabela.

Es militar — habló con orgullo Isabela.

— ¿Militar? — una chica de ojos claros se asombró.

Ajá, una de las mejores, de hecho.

¿Dices que es tu mejor amiga?

Exacto, Valentina.

Pero si según tú no ha venido a España en años... ¿Qué clase de amiga es esa, tía?

Ella es una persona ocupada, Oliver — aclaró Castillo al muchacho —. Además, siempre que puede, viene a la ciudad.

— Bueno, si tú lo dices.

¿Y no tienes miedo de que un día te digan que murió en acción?

La pregunta de Valentina dejó desubicada a Isabela, que sabía que existía esa posibilidad, pero siempre se mantenía positiva.

Fernanda notó el estado de shock de su amiga, y decidió que era tiempo de darle la sorpresa.

Es verdad — comenzó, ganándose las miradas de todos los jóvenes incluida la de Isabela —, en la guerra nunca se sabe cuando pueda llegar tu hora. Pero yo, Fernanda Gallardo, alias Pantera, yo me río en la cara de la muerte.

Isabela se llevó las manos a la boca, aún sin poder creer quien era la persona que estaba frente a ella. Simplemente no podía asimilar que era la mismísima Fernanda Gallardo, su mejor amiga y hermana de otra sangre quien estaba ahí parada frente a ella.

No puede ser... — musitó Isabela aún esputefacta.

— ¿Qué? ¿No me abrazas, Isabela Castillo? — Gallardo extendió los brazos con una gran sonrisa hacia su amiga.

Sin dudarlo ni un milisegundo más, la jóven Castillo se lanzó sobre Fernanda, abrazándola con todas sus fuerzas.

Ese abrazo estaba reservado para cuando la viera, para cuando viera a esa amiga que concidera una hermana.

Fernanda correspondió encantada al abrazo, abrazando también con todas sus fuerzas a Isabela.

Esas dos eran inseparables de pequeñas, y ahora no es la esepción. Por dentro, a pesar de que cada una tiene su vida y su trabajo, siguen siendo esas niñas que se conocieron gracias a la amistad de sus padres.

Cuando se separaron, se miraron a los ojos con una sonrisa, Isabela aún ain poder creer que era Fernanda y Fernanda feliz de poder ver de nuevo a su mejor amiga.

Es que no me puedo creer que estés aquí, joder — murmuró Castillo.

Pues creételo, tía. Estoy de vuelta — sonrió Pantera.

No me lo puedo creer — Isa se separó para ver a Fernanda a los ojos, sonriendo ampliamente —. ¿Ya tienes vacaciones?

En realidad no, es una larga historia — negó la teniente —. Tengo un montón de cosas que contaros a tí y a mi padre que váis a flipar.

No me dejes con la duda, tía, por Dios.

Estás invitada a comer en mi casa esta noche, ahí os lo voy a contar todo.

— Ay, pero al menos cuéntame sobre las misiones que has realizado, tía, dime, ¿atrapaste a los malos? — comentó con gracia Castillo, arrancándole una risa Fernanda.

La novia del coronel 『Alejandro Vargas』Donde viven las historias. Descúbrelo ahora