Capítulo 15

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Los rostros de ambos estaban cada vez más cerca y Fernanda se vio a sí misma inclinándose también con lentitud hacia Alejandro.

Cerraron los ojos y el coronel soltó un suspiro que malditamente trajo a la realidad a Fernanda, quien rápidamente abrió los ojos y se apartó abruptamente, volteando el rostro mientras cerraba los ojos con fuerza y apretaba los labios y puños, golpeándose mentalmente por dos razones:

1- Por querer corresponder sabiendo que estaba mal. 《Según ella》

2- Por alejarse cuando realmente quería besarlo... quería besar al coronel de ojos marrones.

Cuando Alejandro salió de su trance, suspiró frustrado y volteó también su cara. Mirando al océano con impotencia.

¿Le dolió que Fernanda se alejara? Si.

Pero no podía forzarla a hacer algo que no quería, y él sabía el porqué.

Perdone mi imprudencia, coronel — casi susurra esas palabras con una voz temblorosa.

Alejandro no respondió, solo la miró por encima del hombro con tristeza al darse cuenta de que ella había tomado la situación como un error.

Ninguno medió palabra durante el viaje, ni una palabrita, ni una mirada. Doloroso para Alejandro, al igual que para Fernanda.

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Gallardo trató de bajar de la lancha sola, pero su pie herido no se lo permitía sin caer.

Antes de que lo anterior sucediera, alguien la tomó de la cintura para evitarlo. Fernanda miró por encima del hombro y vio que era Alejandro.

— Lo siento, señor — trató de soltarse, pero Alejanero no se lo permitió.

Hey, hey... — la miró con preocupación, tratando de no mostrar su tristeza — estás herida.

— Estoy bien — nuevamente trató de liberarse.

No lo estás, tu pie está herido — la reprimió Alejandro algo frustrado por la terquedad de la mujer.

Suélteme — pidió casi con una voz rota.

La situación anterior si que la afectó, y eso le dolía a Alejandro. Incluso más que a ella.

Déjame ayudarte.

— Puedo sola.

— No puedes — la miró con un poco de seriedad, mientras que ella trataba de evitar la mirada de Alejandro —. Déjame cuidarte.

Fernanda suspiró rendida, y Alejandro sonrió sutilnente con algo de tristeza. Le tomó el brazo y lo colocó alrededor de su cuello, poniendo su otra mano en la cintura de su opuesta.

Al llegar a los autos, Alejandro la dejó sentada en una roca y acto seguido, sacó de su chaleco un par de vendas. Con las cuales vendó la parte del pie que fue lastimada. Fernanda mordía sus labios con fuerza para evitar soltar algún quejido.

Al terminar, Vargas la ayudó a levantarse, y ella ya podía caminar casi sin problemas.

— ¿Mejor? — le preguntó.

La novia del coronel 『Alejandro Vargas』Donde viven las historias. Descúbrelo ahora