Capítulo 25

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Dos meses después

La llegada de Fernanda a Estados Unidos fue recibida por Laswell, quien la ayudó con el papeleo de su traslado a México. Obvio, también con ayuda de Rodolfo, y sin que Alejandro se enterara.

En total habían pasado cuatro meses, cuatro meses que parecieron la eternidad para Alejandro. O sea, ¿quién coño puede pasarse cuatro meses sin ver a la persona que quieres sin llegar a sentirse mal? Bueno, nadie, y Alejandro no era la esepción.

Y pues bien, él pensaba que tendría que aprender a vivir sin la teniente de ojos negros, por acostumbrarse muy rápido a su presencia.

Ahora mismo, Fernanda se encontraba despidiéndose del capitán John Price y de Kate Laswell, mientras que el helicóptero que llevaría a México a la teniente española la esperaba.

— Fue todo un placer verte de nuevo, Pantera — sonrió Price.

— Igualmente, capitán.

— Si Alejandro te lastima, házmelo saber y yo me encargo de darle un buen susto — Fernanda rió tras las palabras de Kate.

— Lo haré, Kate — la muchacha se acercó a los dos, abrazándolos cariñosamente antes de soltarlos para dirigirse al helicóptero —. ¡Adiós! — se despidió.

— ¡Adiós!

— ¡Que te vaya bien en México!

Y dicho eso, el helicóptero despegó, comenzando a volar hacia México. Fernanda se mordió el labio, sonriendo con emoción.

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Las Almas - México

Rudy miró su reloj una vez más, dándose de cuenta que ya casi tenía que salir a recibir a la española.

— ¿Qué tanto miras ese reloj, Rodolfo? — cuestionó nada más y nada menos que el coronel Vargas, con cara de deprimido.

Nada, coronel — respondió rápidamente Rudy, para luego aclararse la garganta y responder con más calma: —. Nada, coronel.

Alejandro alzó una ceja, mirando a Rodolfo fijamente mientras este se esforzaba por no mostrarse nervioso ante su superior. Pues bien, Rodolfo no era esa persona que sabe disimular bien.

— ¿Y por qué la cara de susto?

No es nada, coronel, solo que tuve una mala noche — una mala noche, eso fue lo primero que se le vino a la mente al subteniente.

Una mala noche no te pone así de nervioso, ¿o me equivoco?

Ahora vuelvo, coronel — trató de evadirlo, fijándose nuevamente en el reloj y viendo que ya era hora.

Alejandro por otro lado, ni le dio importancia al caso de Rodolfo. Su mente estaba demasiado ocupada como para hacerlo, así que simplememte se dirigió al gimnasio, dispuesto a descargarse ahí con un saco de boxeo.

Sí, un saco de boxeo había sido el acompañante emocional de Alejandro. El coronel golpeaba con todas sus fuerzas el saco, y a veces le daba por abrazarlo. En fin, cosas del corazón.

Rodolfo por su parte, salió al exterior, recibiendo ya al helicóptero que traía a Fernanda. Cuando el vehículo aéreo aterrizó, Fernanda Gallardo no tardó en bajar de este, con una gran sonrisa.

La novia del coronel 『Alejandro Vargas』Donde viven las historias. Descúbrelo ahora