Prólogo

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Andalucía - España

— ¿Nerviosa, Fernanda?

Isabela, la mejor amiga de Fernanda le preguntó mirándola con una suave sonrisa en el rostro, orgullosa de que por fin su mejor amiga casi hermana, a quien se le conocía por su conflicto con el amor, haya encontrado su alma gemela.

Fernanda por otro lado, estaba que temblaba y le sudaban las manos mientras se miraba en el espejo con ese bonito vestido de novia. Estaba muy nerviosa, y se le notaba.

Mucho, Isa — dijo con una voz temblorosa.

Hey, amiga — la opuesta a ella colocó su mano en el hombro de la de pelo largo y negro —, ya verás que todo saldrá bien.

La sonrisa de Isabela calmó un poco a Fernanda, quien suspiró profundamente para tratar de calmarse resultándole efectivo. Se miró una última vez en el espejo antes de sonreír levemente y mirar a su amiga.

Gracias, amiga.

Lo que sea por mi amiga.

Se dieron un fuerte abrazo en donde Isabela trató de transmitirle todo el apoyo que ella le brindaba a Fernanda, quién por su parte, sintió un alivio indescriptible de tener a alguien tan maravillosa como Isabela en su vida.

Se separaron cuando vieron a Rafael, el papá de Fernanda en la habitación, con lágrimas de alegría y orgullo de su hija, mirándola con un semblante que expresaba todo el amor que tenía por ella.

Papá — la jóven sonrió.

Como has crecido, mi hermosa princesa — se acercó a ella y dejó un beso en la frente de su amada hija mientras las lágrimas de alegría recorrían las mejillas del buen hombre.

Gracias a tí, papá — la chica sonrió.

Y ahora vas a formar tu propia familia.

Papá — Fernanda tomó las manos de su padre —, todo lo que logré en esta vida fue gracias a tí. Y a mamá que nos cuida desde el cielo.

Rafael sonrió ampliamente mientras miraba a Fernanda orgulloso. ¿En qué momento la pequeña a quien enseñó a hablar, a caminar, a correr y a montar bicicleta creció? ¿En qué momento se hizo tan grande? Ahora iba a casarse, su pequeña iba a casarse, y él estaba orgulloso.

Miraron hacia afuera cuando sintieron el claxon del auto que los llevaría a la iglesia. Fernanda miró con una amplia sonrisa a Isabela, quien la abrazó por última vez.

Nos vemos allá, Fer.

Vale, Isa.

Isabela tomó su camino en un taxi, mientras que Fernanda y Rafael montaron en el auto que vino a recogerlos. Ella estaba nerviosa, pero sabía que tenía un buen hombre esperándola en el altar.

¿No?

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El auto se estacionó y Fernanda suspiró profundamente antes de que su padre le tome la mano y le sonría de manera dulce. La jóven le dolvió la sonrisa y ambos salieron de auto, escuchando la canción y las canpanas de boda. Una sonrisa se esbozó en el rostro de Fernanda cuando vio a su casi marido, José.

Habían múltiples invitados, por parte del novio y de la novia. Los padres de José, Antonio y Amelia, tenían una sonrisa en el rostro que se hizo más amplia al ver a Fernanda llegar con ese hermoso vestido y con el ramo de flores en sus manos.

Rafael y Fernanda caminaron hasta el altar, en donde Rafa entregó a su hija y fue a sentarse. Fernanda sonrió a José con amor, y él hizo lo mismo. Pero la sonrisa de el hombre era más bien nerviosa. Quizás son solo los nervios por la ocasión.

La novia del coronel 『Alejandro Vargas』Donde viven las historias. Descúbrelo ahora