Subieron al tercer piso sin problemas, pero para su sorpresa habían tres puertas. Una, detrás de una debe estar lo que están buscando.
— ¿Qué hacemos, coronel? — consultó mirándolo.
— Tendremos que separarnos — respondió Vargas —, la tercera la revisamos juntos.
La mujer asintió en su dirección y fue directamente a la primera puerta mientras el mexicano se dirigía por la segunda.
La española no encontró nada relevante, simples papeles y revistas. Cuando se disponía a abandonar la habitación, algo llamó su atención.
"Boda de ensueños en Andalucía, España."
"Un amor de febrero para los dos españoles."
Un periódico, en un periódico mexicano había noticias de una boda en España. ¿Qué hacía eso ahí? Era lo de menos.
Lo tomó entre sus manos y lo observó detalladamente. Los novios en esa foto se veían realmente felices, y se notaba que se amaban.
Inevitablemente, los recuerdos de hace diez años invadieron la mente de la mujer, cuando ella creyó que iba a ser feliz junto a un hombre. Un hombre que se enamoró de otra y la humilló frente a media Andalucía en el altar.
El sonido de la puerta abriéndose la hizo soltar el periódico, el cual cayó al piso y elevar el arma hacia la dirección. La bajó cuando vio que se trataba del coronel.
— Soy yo, tranquila — la intentó calmar elevando las manos.
— Creí que era un enemigo.
La mirada del hombre se posó en el periódico que había caído al suelo. Elevó una ceja divertido al ver las noticias.
— ¿Buscas alguien con quien ser feliz, Pantera?
Fernada frunció el ceño ante el tono burlón de Alejandro. ¿Qué onda con ese comentario y la confianza que se tomó este coronel con ella?
— No busco el amor desde hace diez años, coronel — aclaró con molestia en su voz —. Hace diez años que comprendí que el amor no es más que una farsa.
Alejandró quedó un poco perplejo ante la teoría de la teniente. ¿A qué se refería?
— ¿No te has enamorado desde hace diez años?
— Fue exactamente el tiempo en el que comprendí que no hay hombre que logre amar verdaderamente a una mujer.
— ¿Segura? — una sonrisa coqueta se asomó en los labios de Alejandro, cosa que molestó a Fernanda.
— El amor no es más que un obstáculo en mi camino — aclaró ya molesta —. Se lo aviso desde ahora, coronel.
Alejandro quedó sorprendido por el tono y la forma de pensar de Fernanda. ¿Cómo una mujer tan linda como ella puede pensar así del amor? Él tenía clara una cosa: algo le pasó a la teniente para que pensara así del amor.
— ¿Te hicieron daño? — se atrevió a preguntar.
— ¿Eso importa? — recriminó — Deberíamos seguir.
Alejandro solo se limitó a asentir. Dicho eso, salieron a la tercera puerta. Abrieron sin encontrar a nadie en la habitación. Salvo unos documentos. Espera, ¿documentos?
— Parecen importantes — la teniente se acercó a revisarlos junto con el coronel.
Los documentos confirmaban la estadíade Hassan en México, al mismo tiempo que hablaban de un cargamento importante que sería transportado a los Estados Unidos.
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La novia del coronel 『Alejandro Vargas』
Hayran KurguFernanda Gallardo, una teniente española, fue plantada en el altar y humillada frente a media ciudad en España, jurándose a sí misma que nunca volvería a confiar en el amor. Pero diez largos años después, el coronel Alejandro Vargas llegó a su vida...