Fernanda Gallardo, una teniente española, fue plantada en el altar y humillada frente a media ciudad en España, jurándose a sí misma que nunca volvería a confiar en el amor. Pero diez largos años después, el coronel Alejandro Vargas llegó a su vida...
Alejandro ingresó en la casa que compartía con su mujer dando un suspiro cansado, topándose con esa hermosa mujer que hizo su esposa. Sonrió.
— Hola, chula.
— Hola, guapo.
Fernanda se acercó a él y ambos compartieron un casto beso. La mujer lo ayudó con el chaleco para luego abrazarlo con suavidad, sabiendo que su marido lo necesitaba.
Ella también necesitaba abrazarlo, no podía mentir. Alejandro la cargó y la llevó al sofá, sentándose en el mueble con Fernanda sobre su regazo.
— ¿Estás cansado?
— Imagínate — suspiró Vargas.
Gallardo tomó las mejillas de Alejandro y lo besó con dulzura en los labios, beso el cual le fue correspondido
Al separarse, que fue después de unos cuantos segundos, los dos unieron sus frentes, disfrutando de la situación.
— Te amo.
— Yo también.
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El sargento Germán dejó la caja en el camión donde iba para luego dar un par de palmaditas al vehículo, dándole a entender al conductor que podía avanzar.
El hombre tomó asiento, sudando por el harto esfuerzo que hizo durante su jornada de trabajo.
Para su sorpresa, un recluta nuevo se sentó a su lado. Germán no dijo nada, no era de los que generalmente comenzaba la conversación, por lo que existió silencio entre ambos por unos minutos.
— Mucho trabajo, ¿eh? — rompió el hielo el novato.
— Y que lo digas.
Fue entonces cuando pasó por ahí la teniente española, llamando la atención de los dos soldados que no tardaron en mirarla.
— ¿Quién es ella? — cuestionó el recluta, que se veía levemente interesado en Fernanda.
— La teniente Gallardo, le dicen Pantera.
— Vaya...
Germán miró con una ceja alzada al chico y una expresión burlona, sabiendo sus intenciones y pensamientos.
— Ni lo sueñes, chico — llamó su atención —. El corazón de esa mujer tiene dueño.
— ¿Quién? — el recluta miró al sargento.
Este sólo le hizo una ceña para que mirara hacia Fernanda, y para sorpresa del novato, la mujer estaba compartiendo un casto beso con el coronel Alejandro.
— Ella es la novia del coronel.
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