Capítulo 11

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— ¿Segura que no te hizo nada? — preguntó Alejandro mirándola preocupado mientras salían del bar.

Si, señor — aseguró nuevamente Fernanda.

Ese hombre es un abusón, no le prestes atención.

Ya me di cuenta.

-—Te defendiste — Alejandro sonrió y ella lo miró —. Eso no es lo que normalmente hacen las chicas cuando el está cerca, sino que terminan revolcándose en la cama con él.

Esas mujeres no se respetan ni a sí mismas — dijo algo sorprendida por las palabras del coronel —. Yo solo defendí mi dignidad, coronel. Sin dignidad, una mujer no merece ser llamada mujer.

Alejandro rió suavemente y se quedó mirando los ojos hermosos ojos de la teniente, esos ojos negros que tan lindos le parecían.

Fernanda se perdió nuevamente en la mirada de Alejandro, en sus ojos marrones, los ojos que le parecieron bonitos... los primeros ojos de un hombre que después de diez putos años le parecieron bonitos.

La mujer apartó la mirada al darse cuenta de nuevo de sus pensamientos. Y su opuesto la imitó, pero sin pensar en lo mismo. Él por otro lado, pensaba en la bonita sonrisa de Fernanda y sus ojos.

Para sorpresa de ambos, dos soldados del ejército pasaban por ahí, no parecieron darse cuenta de su presencia. Hasta que se fijaron en ellos. Fernanda tragó grueso.

Con intensión de no ser descubiertos, Alejandro tomó de la cintura a Fernanda y la pegó a él, ella se sorprendió por esa acción. Sin embargo, antes de que pudiera protestar, Vargas la besó en los labios y cerró los ojos.

Fernanda entró en un estado de shock y quedó estática ante la acción repentina del coronel, con los ojos bien abiertos.

Ese beso... es el primer beso que recibe desde hace diez años. Ya se le había olvidado como se sentían los labios de un hombre sobre los suyos.

Cuando los soldados pasaron apartando la vista de ellos, Fernanda se apartó, mirando a Alejandro aún en shock. El último hubiese esperado una reprimenda o una bofetada por parte de la teniente, pero solo recibió su mirada y una expresión de shock.

Fue para no levantar sospechas — aclaró Vargas tras unos segundos de silencio.

Si... si... — la mujer bajó la mirada en un intento de ocultar el ligero color rojo que comenzaba a aparecer en su rostro.

-—¿Vamos?

Vamos.

Comenzaron a caminar hacia el auto que los llevaría de vuelta a la base.

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— ¿La casa del Sin Nombre? — consultó Soap mirando la casa con unos binoculares que le dio Graves.

— No — dijo Alejandro —. Uno de sus lugar tenientes.

— Un teniente narco — afirmó la pelinegra.

— Exacto, Pantera. No será fácil — habló nuevamente el coronel —. Mis fuentes me informan que los V.I.P de Las Almas estarán ahí esta noche. Algunos invitados otros...

— ¿Obligados? — Graves entró en escena guardando los binoculares.

— Si — confirmó Alejandro.

— ¿De qué es la reunión?

— De nosotros. Las Almas se quema y hay que saber quien inició el incendio.

La novia del coronel 『Alejandro Vargas』Donde viven las historias. Descúbrelo ahora