La novia del coronel 『Alejandro Vargas』

Capítulo 3

Ambas miraron hacia la derecha, por donde llegaba el avión que llevaría a Fernanda a México para allí encontrarse con las fuerzas especiales mexicanas y el coronel Alejandro. Ella no podía mentir, estaba nerviosa pero emocionada.

Miró a Laswell de nuevo antes de sonreirle una última vez y dirigirse al vehículo aéreo una vez que Kate soltó su hombro.

— Fernanda — la mencionada volteó a ver a Laswell —, buena suerte.

— Gracias, Kate.

Fernanda subió al avión y este despegó casi al instante. La muchacha tomó asiento y miró a Kate mientras se elevaba en el aire. Sonrió sutilmente.

El camino iba a ser largo, bastante largo. Un par de horas, solo un par de horas oara comenzar de nuevo la acción.

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Las Almas - México

Cuando el vehículo aéreo aterrizó, Fernanda bajó al instante de este, mirando sus alrededores y dándose un minuto para apreciar la base que si no se equivocaba, sería la de Los Vaqueros.

Miró hacia adelante cuando vio a un hombre acercarse a ella con una sutil sonrisa. Seguramente se trataría de Alejandro Vargas, el coronel que según Laswell, la recibiría una vez esté en México, Las Almas.

— Teniente Gallardo — dice —, un gusto.

— Coronel — saludó extendiendo su mano para un apretón, el cual el mexicano aceptó.

— Alejandro Vargas — sonrió soltando su mano —, menos mal que mandaron a alguien con quien hablar español.

— Lo mismo digo, coronel.

— Laswell dice que te apodan Pantera — comentó curioso.

— Exactamente, coronel. Sigilosa, veloz y ágil como una pantera

Alejandro río sutilmente al oír el humor en su voz, mirando a la mujer que tenía frente a él. La miró con algo de curiosidad, como admirándola.

— Bienvenida a Las Almas — le hizo un gesto con la cabeza para que lo siguiera, cosa que ella hizo sin chistar.

— Nunca estuve aquí, pero veo que es una ciudad bonita — Fernanda sonrió y Alejandro también.

— Lo es.

Alejandro miró a la teniente con curiosidad, analizándola con la mirada. Le parecía realmente bonita. Sus ojos negros, su cabello negro ondeado eran cautivadores.

Y su actitud también lo era. Volvió a mirar hacia al frente cuando Fernanda lo miró también. Aunque la mirada de ella fue más bien porque sintió que él la estaba mirando.

Lo miró un corto segundo antes de volver a mirar hacia adelante. Siguió al coronel hasta unos autos en donde los esperaba otro hombre, quien se enderezó al verlos llegar.

— Él es mi segundo al mando, el subteniente Rodolfo Parra — lo presentó el coronel —. Rudy, ella es la teniente Gallardo.

— Dime Pantera —  la mujer estiró su mano hacia el subteniente para un apretón, el cual le fue correspondido.

— Rudy — le sonrió soltando su mano.

— Recuérdeme para qué estamos aquí, coronel — la teniente miró al coronel.

— Para confirmar la estadía de un terrorista en Las Almas, chula. Ya nos vamos.

Fernanda alzó ambas cejas ante el apodo que usó el mexicano para dirigirse a ella. No le molestaba viniendo de parte de alguien con quien tuviera confianza, pero si viniendo de alguien a quien apenas si conocía su nombre y rango.