Capítulo 23.

55 13 8
                                    


La fiesta fue pequeña y linda, todos la pasaron muy bien incluyendo al joven que lleva un cachorro en el vientre.

Tiernos momentos, hermosos instantes que quedan como recuerdos para toda la vida.

Hoy es un día como todos, el mecánico ir y venir de todos los días pero ahora con la diferencia que tiene a dos personas esperando por él en casa.

Después de realizar una pequeña parada en la calle donde se ubican tiendas y también puestos de comestibles, camina rápidamente hacia el edificio en donde se encuentra su acogedor hogar, ya son más de las cinco y aún los rayos del sol siguen en lo alto.

Tiene muchas cosas en las que pensar, tiene dolor de cabeza y también pesar en lo más profundo de su corazón, cree que todo estos malestares acabarán sólo cuando llegue a casa.

Con la mirada baja y un par de bolsas en ambas  manos, camina apresurardo, levanta el rostro  hacia el edificio y se encuentra con la persona que ha estado rondando su mente y corazón en todo este tiempo.

El apuesto hombre sonríe encantadoramente, tiene la mirada fija en el hurón.

—Gege.

El alfa se ve mucho más hermoso de cuando lo vio por última vez.

El cabello ondulado al estilo salvaje, la camisa roja y el traje negro que combinan a la perfección, el fragante aroma que penetra sus sentidos, lo pone nervioso en absoluto y sin olvidar las orejas de zorro que se mantienen en alto sin miedo.

—... San Lang... ¿Qué haces aquí?...

—Ya que gege no vino a mi. Entonces, fui yo quien vino.

—Ah... cierto, lo siento mucho. La razón es que cambie de número. Es así.

La expresión en el rostro del joven zorro no sufre cambio alguno aún así sonríe pero con un ligero cambio en sus ojos.

—Ya veo, entiendo. Entonces, ¿gege me dará su nuevo número?

Le es extendido el teléfono móvil pero no lo toma sino más bien mira fijamente al portador.

—San Lang, será mejor no vernos por ahora...

El alfa mantiene su rostro inamovible más la sonrisa encantadora ya no está aunque intenta restaurar sus expresiones.

El hurón blanco continúa hablando con la habitual sonrisa de siempre.

—Estoy ocupado y no quiero prometer algo que por el momento me será difícil cumplir. No quiero interferir con tu trabajo y tampoco en el mío, mi tiempo es limitado.

Mentira, una vil mentira hasta cierto punto.

En primer lugar, había cambiado de número por las decisiones que ya había tomado. Segundo, ahora que ha puesto sus sentimientos, deberes y prioridades en orden, sabe muy bien que debe hacer por el bien de todos.

El joven de rojo parpadea un par de veces más y vuelve a sonreír fijando su mirada hacia las bolsas llenas de suministros.

—Gege, fuiste de compras. Déjame ayudarte.

Retrocede ante la cercanía del alfa. —San Lang...

—¿Gege?

Se encuentra perplejo por el reacio comportamiento del hurón, muy a parte de retroceder un paso su expresión también había cambiado poniéndolo así nervioso.

—San Lang, erá mejor que te vayas.

Los ojos, el rostro contienen temor, reacción que no es vista por el hurón porque tiene la mirada a un lado del edificio.

Un hilo rojo, una flor y mariposas. (HuaLian) (Au moderno) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora