Capítulo 32.

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No sabe como es que llegó a esta situación, pero si sabe una cosa.

Se siente pleno y feliz.

Sin dejar de acariciar y besar aquellas pequeñas mejillas rosadas, da de amamantar a su cachorro sin restricciones, sin rencor, sin miedo.

—Cuando supe que lo estaba esperando intenté deshacerme de él...

Xie Lian que estaba a gusto observando como el par de madre e hijo se mantenían tan cerca, levanta la mirada atónito.

—... Pero no pude. Y entonces, fui con Lang Qian Qiu pero me rechazó. Luego lo intenté de nuevo pero ¿sabes qué?— Mira a su primo con tristeza en los ojos. —No pude hacerlo de nuevo.

—Qi Rong.

—Lo se, soy un tonto, creí que podría deshacerme de él, pensé que sería sencillo alejarme de él, que podría dejártelo pero no puedo, no quiero. Soy tan estúpido...

—No, no es así, eres su madre, lo diste a luz y es normal sentirte así.

—Pensé que si no lo miraba, si no lo tenía cerca iba a ser fácil. Sin embargo, cuando siento su aroma, tengo tantas ganas de abrazarlo y tenerlo junto a mi.

—Entonces, era por éso que lo rechazabas.

—Mn. Cuando dijiste que podría morir, sentí tanto dolor, dolia tanto que no podía respirar... No podría describir ese sentimiento...

Aquellas palabras son dichas con lamento, el hurón blanco escucha atento sin emitir ningún sonido.

—Muy a parte de ello. Ahora viéndolo tan frágil entre mis brazos, no podría dejarlo, no puedo, es mi bebé, es mío.

El abrazo al pequeño niño que ahora duerme a gusto después de comer se hace con más énfasis, Xie Lian sólo puede observar y sentir como es que se le va la única oportunidad de tener a un niño que lleva su sangre, a quien podría haber cuidado y llamado hijo pero éso ahora no importaba, no. Lo importante era que el bebé estará con quien debe estar, su madre.

Observando al hurón dorado aún con lágrimas en los ojos dice con calma, mientras se acerca y los abraza.

—Sí, es tuyo.

—... Lo siento...

—¿Mn?

Se separan del abrazo, Qi Rong lo mira de frente.

—No puedo dejarlo contigo, lo siento.

—Es bueno escuchar éso.

La sonrisa sincera en el rostro de Xie Lian causa tristeza en Qi Rong que ahora empieza a derramar más lágrimas, lágrimas que su primo limpia con sus dedos con delicadeza mientras se levanta.

—Será mejor que duerma en la cuna.

—¿Por qué? ¿Es necesario que duerma ahí? Primo, ¿no puede quedarse conmigo? Déjalo conmigo, lo cuidaré bien.

Ante la sincera petición y la cara aún sonrojada a causa del llanto, sólo puede asentir.

—Entonces, traeré la cuna a tu habitación. Así podrás ponerlo a dormir ahí cuando sea necesario. Debes descansar, ni siquiera pasó un mes desde que diste a luz, aún estás delicado físicamente.

—Mn.

Había pensado en distintos escenarios pero no en éste, ahora su pequeño primo lo miraba con felicidad y lágrimas para luego mantener sus ojos en el cachorro que duerme profundamente en sus brazos.

Se aleja de ellos con una sonrisa en los labios, saliendo por la puerta de la habitación mira por última vez hacia ese par tan tierno.

Unos cuantos días habían pasado y las acciones del hurón dorado seguían siendo las mismas que en esa madrugada pasada.

Un hilo rojo, una flor y mariposas. (HuaLian) (Au moderno) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora