Capítulo 38.

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Las nubes vuelven a reunirse en el cielo el cual se encuentra encapotado y muestra un color gris. Después de la primera nevada que da la bienvenida a la estación de invierno es normal ver este tipo de panoramas ahora en ese pequeño distrito de la ciudad.

Una amena charla por teléfono es el que se escucha en la habitación principal del pequeño y acogedor apartamento.

Sentado sobre su cama tiene una vídeo llamada con su querido amigo Shi Qing Xuan.

—Sí, bueno al menos iré con Mu Qing y no me sentiré solo. Aunque no se cómo es que cambió de opinión.

La mirada atenta a través de la pantalla del teléfono móvil hacen que Xie Lian sonría y conteste.

—Supongo que tomó la mejor decisión.

—Se que tiene que ver contigo, dime ¿qué le dijiste?

—Nada importante, que sólo debe preocuparse más por encontrar su propia felicidad.

—Escuchándote decir eso podría decir que mientes, pues la cara de Mu Qing mostraba todo menos la esperanza de encontrarla.

—Él es así, pronto se acostumbrara.

—Mis amigos, unos más complicados que otros pero qué podría decir, fácilmente podría ser yo jajaja. Aún así no soporto dejarte aquí, solo. Es  una pena que no quieras venir con nosotros.

—Será en otra ocasión.

—Te tomaré la palabra amigo...

Finalmente después de otros treinta minutos de charla intermitente la llamada termina.

Entonces el hurón cambia su expresión risueña y tranquila por una seria, recordando así que fue lo realmente sucedido durante el duelo de palabras con Mu Qing en su apartamento.

Hace dos días atrás...

—¿Mu Qing?

Mirando hacia fuera de la cocina se precipita hacia la sala, su muñeca es sujetada con fuerza por el hurón que no deja que avance más. Intenta soltarse con un movimiento brusco pero no puede.

—Me quedaré aquí, no iré a ningún lado. Debo protegerte... No permitiré que te lastimen.

Esas palabras suenan como si aún estuviera en shock, mantiene la vista lejos del rostro de Xie Lian.

—Mu Qing, es necesario que ya no te sientas responsable de mi. Ya somos adultos.

—Aún sigues siendo un cachorro para mi.

—Según recuerdo, soy mayor que tú.

—La diferencia sólo es de un año. No cuenta demasiado.

El hurón blanco sonríe tras esas palabras y contesta con un poco más de nostalgia.

—Para mi sí... Mu Qing...

—No.

—Es hora que sigas tu camino e ir por tu propia felicidad.

—Lo estoy haciendo...

—¿Ciudando de mi?

—No puedes cuidarte solo, debo velar por tu seguridad.

—Puedo cuidarme solo, no es necesario que alguien más cuide de mi.

Aquellas palabras son dichas suavemente pero son acompañadas por la fuerza añadida en el agarre alrededor de la muñeca de Mu Qing.

—Y lo sabes muy bien.

Los dos pares de ojos se encuentran, ninguno retrocede.

El repentino agarre en la muñeca de Xie Lian también es fuerte pero no logra intimidarlo en demasía.

Un hilo rojo, una flor y mariposas. (HuaLian) (Au moderno) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora