Capítulo 25.

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Las palabras llenas de cruda ironía salen de esos rosados labios que no dejan de hablar de manera despectiva hacia Lang Qian Qiu quien tiene el ceño fruncido, su cola y orejas de tigre no dejan de moverse.

—Y dicen que eres un alfa dominante, no me hagas reír.

—Qi Rong.

—¿Quizás es que no piensas al igual que tus buenos amigos? ¿De verdad crees que es tuyo? ... Este bebé podría ser de cualquiera.

Las feromonas son tan densas, la sala tiene un aspecto sombrío a causa de ellas.

—Basta.

—Soy un omega dominante y libre que puede acostarse con cualquiera si así lo desea... Lang Qian Qiu, tú no eres nadie.

—Calla.

—¡No me voy a callar!

—Es mío. Lo se.

—¡Cállate!.. — Tiene un nudo en la garganta, su voz falla.—No digas estupideces... Este cachorro no es tuyo ...

—Eres mío.

Los ojos del alfa están llenos de dolor y tienen un tono carmesí, las feromonas son tan fuertes en la pequeña sala de estar que empiezan a incomodar al omega, así también las patadas del cachorro que empiezan a ser insoportables, tales  movimientos que parecen querer mostrar su presencia ante su otro padre biológico.

—¿Qué? Jajaja... Vete y dile esa mierda a alguien más ¡Fuera!

Su respiración es errática, no puede más, sus pies empiezan a suavisarse, teme caer en cualquier momento.

Mientras una de sus manos toca ligeramente su vientre la otra es sostenida por el otro hombre, el agarre en la muñeca es tan fuerte que de seguro dejará marca después.

—Entonces, no nacerá...

Esas palabras lo dejan perplejo e intenta soltarse del agarre.

—¡Suéltame! ¡Bastardo!

—No debes tenerlo...

—¡¿Estás loco?! ¡Suéltame!

Intenta arrastrarlo hacía la puerta, entre todo este trajín el hurón cae de rodillas y parte de su vientre se ve involucrado en la caída.

—¡Ah!

Con el grito agudo el alfa parece despertar de sus impulsos e instintos, mira hacia la mano que mantiene un fuerte agarre en aquella delgada muñeca, tan fuerte que podría romperla si así lo quisiera.

Suelta la muñeca y su mirada se dirige hacia la persona que se encuentra de rodillas en el piso.

Está asustado y rápidamente intenta levantar al omega sosteniéndolo por los hombros.

—Lo siento...

El omega rechaza la ayuda, tira de un golpe las manos que quieren ayudarlo a levantarse.

—¡Suéltame!... No... me toques...

Su voz se quiebra en la última frase, un dolor proveniente del vientre bajo lo hace sudar frío pero intenta permanecer en calma.

–Qi Rong...

–Largo.

—No era mi intención, sólo vine a...

—¿A darme el golpe de gracia? Jajaja.

—¿Qué?... No, claro que no.

Habla sin mirarlo a los ojos, cree que podría reír ante sus propias palabras dichas, su mirada está en el piso, ya no puede emitir un grito más, su voz se suavisa y habla con calma, como si lo hiciera con un niño.

Un hilo rojo, una flor y mariposas. (HuaLian) (Au moderno) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora