Capítulo 4.

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Absorto aún en sus dudas, de un momento a otro la cara del joven alfa, sonriente y amable de la otra vez es la que aparece entre sus pensamientos.

Automáticamente siente como su rostro empieza a enrojecer.

No quiere dar importancia a ese tipo de pensamientos y sentimientos, sabe que son perjudiciales, sacude la cabeza para no pensar de nuevo.

—Basta.

Entonces retoma el camino a casa sin volver a mirar hacia atrás.

Ya son casi media noche, las gotas de lluvia caen sin cesar, se puede ver el cielo sin luna una vez más.

Con una taza de té entre sus manos, mirando hacia afuera y en oscuras sentado en el pequeño sillón que está al lado de la ventana, no puede evitar dirigir sus pensamientos al momento en el que conoció a ese misterioso alfa, al cual no volvió a ver más.

El frío no se siente dentro del apartamento que además de ser pequeño también es muy acogedor.

La taza de té está casi vacía, la ha estado mirando como media hora y sus rodillas ya se han entumecido al parecer.

Mira hacia el reloj de pared, ya son las doce en punto.

—Será mejor descansar, ¿quizás un paseo por la mañana estaría bien?

Se levanta lentamente con intensiones de ir a su recámara y descansar un poco aunque no tenga sueño.

Pareciera sentir que espera por algo o por alguien, después de pensar sobre ésto, desecha tal posibilidad pues no tiene más conocidos que sus amigos que ya había visto por la tarde.

Levanta la mirada con dirección opuesta pero una fuerza mucho más intensa que su razón lo guía a mirar hacia la ventana por última vez.

Entre la fuerte caída de gotas de agua y la luz roja  pertenecientes a las lumbreras de afuera, en medio del pequeño parque en frente de su casa, un hombre con un paraguas rojo se encuentra de pie mirando hacia las cortinas de su ventana sin luces o ¿quizás hacia el edificio en el que ahora está de frente a él?

Los truenos caen uno tras otro, las gotas finas de lluvia han aumentado de tamaño y el frío es muy fuerte que hace castañesar los dientes.

—¿San Lang?

Sin pensar, sin durar aquellas dos palabras son las que salen de su boca.

Sin más abre la ventana con fuerza y con ambas manos, el viento sopla con fuerza moviendo los mechones de su desordenado cabello.

—¡¡¡San Lang!!!

Su voz es consumida entre el viento y el ruido de la lluvia pero pareciera que el hombre del frente lo oyó perfectamente pues el movimiento del paraguas lo delata.

Un segundo después el paraguas se levanta ligeramente mostrando el rostro conocido, los ojos que parecieran brillar en la intensa noche  chocan directamente con los suyos a la perfección a pesar de la distancia.

Viendo esa pequeña acción y volviendo a sus cabales grita nuevamente.

—¡Espérame!

Sale corriendo del apartamento, corre por el pasillo y las gradas sin parar,  aún en pantuflas llega hasta donde se encuentra el joven alfa.

—San Lang, ¿Qué pasó? ¿Qué haces aquí?

Al notar ningún movimiento del lado opuesto y sólo la mirada desconsolada sobre él, piensa lo peor y la preocupación se hace presente.

Pregunta de nuevo, esta vez toca suavemente el brazo que lleva el paraguas mientras vuelve a preguntar.

—¿San Lang?

Un hilo rojo, una flor y mariposas. (HuaLian) (Au moderno) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora