Me duele el pecho y mis lágrimas caen mientras estoy recostada en mi cama. Los sollozos son silenciosos, pero siento que mi corazón se desgarra con cada suspiro. Mis pensamientos vuelven una y otra vez a este verano, a todos los momentos que me marcaron, a las sorpresas que llegaron sin ningún aviso previo.
Recuerdo cómo todo cambió tan rápido, cómo mi vida dio un giro inesperado. Tanto lo que pasó con JJ, esos momentos que compartimos. ¿Será que me enamoré de él? No puedo evitar pensar en su sonrisa, en la forma en que sus ojos brillaban cuando hablábamos, en cómo me hacía sentir viva por al menos unos minutos. Pero todo eso se mezcla con la sombra de lo que ocurrió con mi padre, esa nube oscura que nunca logra esfumarse del todo, ni siquiera cuando más lo deseo.
De repente, un ruido me saca de mis pensamientos, un leve chirrido que me hace tensar todos los músculos. Miro hacía la puerta, viendo cómo esta se abre sigilosamente. Mi corazón late con fuerza, y los nervios me invaden. ¿Será mi padre el que está agarrando el pestillo? Esa posibilidad me llena de pánico. Me quedo quieta, conteniendo la respiración, esperando lo peor. Solo puedo esperar, en un mar de incertidumbre, deseando que el miedo que siento no se convierta en realidad.
De repente, las luces de mi cuarto se encienden, dejando un ambiente cálido y tenue debido a la luz amarilla. Es un cambio brusco, pasando de la penumbra a esta iluminación suave que apenas logra aliviar mi ansiedad. Levanto la vista esperando lo peor, y no sé si esto es mejor. Mis ojos se encuentran con una figura familiar, una que he visto en varias ocasiones. Era JJ, JJ Maybank, el mismo.
Mi corazón late con más fuerza, y una mezcla de emociones me invade. No sé si quiero verlo. Una parte de mí desea correr a sus brazos, sentir esa seguridad que alguna vez me brindó. Pero otra parte, una parte más herida y vulnerable, quiere que se vaya, que desaparezca y me deje con mis pensamientos.
¿Qué hace aquí? ¿Cómo logró entrar? Miles de preguntas surgen en mi mente, cada una más confusa que la anterior. JJ siempre tuvo esa capacidad de sorprenderme, de estar donde menos lo esperaba. Pero hoy, en este momento, su presencia es un enigma que no sé cómo descifrar.
Intento decir algo, pero las palabras se atascan en mi garganta. Quiero preguntarle por qué está aquí, qué quiere, pero la confusión me paraliza. Solo puedo mirarlo, esperando que él tome la iniciativa, que me dé una explicación que calme la tormenta que siento dentro de mí.
