𝐬𝐢𝐱, OBX

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𝐒𝐀𝐌𝐀𝐍𝐓𝐇𝐀 𝐒𝐓𝐎𝐍𝐄𝐒

No, no, no, esto no me puede estar pasando a mi. ¡Mi tutor es un Pogue!, "Heyward" leí en voz baja, haciendo referencia al gran cartel que se encontraba frente a mi. Suspiré con los ojos cerrados, y avancé con pasos cortos, esperando que la casa se moviera así demoraba más en entrar. Ya sabía lo que me esperaba ahí adentro, mugre, polvo, olor a pescado...

Finalmente tuve que golpear la puerta de madera, la cuál no se distinguía bien de las paredes. Una mujer morena, que aparentaba unos 40 años, me abrió la puerta con una sonrisa amistosa —¿Hola?— me saludó algo confundida, observándome de arriba a abajo, pero no de manera juzgadora.

Me limité a observar levemente lo que pude de la casa, a través de la parte abierta de la puerta, no parecía sucia en lo absoluto.

—Hola, su hijo aparentemente es mi tutor y hoy es nuestra sesión— le informé, sin poder creer mis palabras, y pensar que en este mismo instante podría seguir en la playa con mis amigos, pero no, estoy como una burra estudiando lo que no estudié en los periodos escolares.

—Por supuesto, adelante— la mujer se hizo a un lado, dejándome pasar. La casa estaba llena de fotos y retratos de la familia y de Pope. A pesar de ser 100 veces más pequeña que mi casa, la hacía sentir vacía. Casi se me escapa una lágrima al ver lo orgullosos que estaban los padres del chico por el, literalmente tenían diplomas de el enmarcados y colgados en la pared, con suerte, mis padres ponen un retrato de los 4 en la sala menos usada de toda la casa.

Me quede estática mientras que la mujer se alejó y tocó una puerta —¡Pope!, ¡Tu alumna llegó!— gritó su madre. El moreno rápidamente abrió la puerta, lo miré de manera neutral, su mirada era sorpresiva, se rascó los ojos y pestañeó varias veces, tranquilo Pope, no estás soñando.

—Pasa— me invitó el chico, abriéndome paso a su habitación. Puse un pie en el y noté la comodidad en la que el chico vivía, tenía pósters de cosas que le apasionaban, una cama pequeña, que por alguna razón lucía mucho más cómoda que mi kingsize bed.

Pope extendió una silla, haciéndome señas para que me sentara, y eso hice, apoyé mi mochila en su escritorio y el se sentó en la silla que se encontraba a mi lado.

Los dos estábamos en silencio, yo estaba incómoda, el estaba incómodo, y era obvio. Jamás habíamos hablado en la vida y nuestra última interacción había sido a través de un arma.

—Así que tienes problemas con...¿matemáticas?— asentí y abrió sus ojos como platos —Bien, empecemos con algunos ejercicios básicos que deberías poder hacer sin ningún problema— el moreno comenzó a escribir números en una hoja lisa de papel blanco. Para mi ninguno de esos números tenía sentido, me provocaban dolor de cabeza.

—No tienes que ayudarme de verdad, solamente le avisas a mi colegio que vine y ya está— le avisé. El dejo el lápiz y me miró negando con la cabeza.

—¿Acaso no te importa el colegio?— indagó. Levanté los hombros e hice un gesto de indiferencia —En el futuro te va a importar, créeme—.

Suspire, sabiendo que esto iba a ser peor que en las clases normales. Soy de las típicas que no levantan la mano pero de todas maneras es elegida para responder, pero jamás se la respuesta. Quizás mi papá tenía razón cuando dijo que solo sirvo para comprar ropa.

—Bueno, dime cómo se resuelve este ejercicio— apuntó con su mirada a la hoja de papel y me entregó un lápiz. Lo mire a él algo nerviosa y luego a la hoja, así múltiples veces. No se la respuesta, no se nada.

Negué con la cabeza, apoyando levemente el lápiz en el escritorio, cruzándome de brazos. Mis lagrimas estaban a punto de caer, pero puse una barrera que jamás sería derrotada, nadie tendrá la suerte de verme llorar, solo Sarah y Taylor Swift.

APOCALYPSE - OBXDonde viven las historias. Descúbrelo ahora