1| Lo que dice la lluvia

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    Una noche de carnaval es un estallido de euforia y alegría para las personas de la clase baja y media baja. Es como si las calles se transforman en un lienzo vibrante, donde cada rincón se pinta con los colores del gozo y la esperanza. Las luces de los faroles danzan en el aire, creando un firmamento artificial que compite con las estrellas.

    Los ritmos contagiosos de los tambores y las guitarras son como un río de música que fluye por las venas de la ciudad, llevando consigo las preocupaciones y liberando el espíritu de sus habitantes. Los hombres y mujeres, con trajes sencillos pero llenos de vida, se mezclan en una danza desenfrenada, sus risas y cantos resuenan como una sinfonía de la felicidad compartida.

    La música en Cuba está influenciada por diversas tradiciones africanas, europeas y nativas. Los instrumentos musicales utilizados en esta época incluyen instrumentos de percusión; tambores. Diferentes tipos de tambores, especialmente los de origen africano, son muy comunes.

    Los sonidos del bongó, la clave y la guitarra se entrelazan como un hechizo musical. El bongó es el latido del corazón, pulsando con un ritmo frenético y vibrante que hace eco en los corazones de los bailarines y los espectadores, como el galopar de caballos en una pradera tropical.

    La clave, con su constante repiqueteo, es el reloj de arena, marcando el tiempo con precisión, guiando a todos a través del caos festivo. Cada golpe es un chispazo de luz en la penumbra, un faro que dirige la energía desenfrenada hacia una armonía común. 

    La guitarra, con sus melodías fluidas y envolventes, es la brisa del mar Caribe, acariciando suavemente los sentidos, llevando consigo historias de amor, aventuras y nostalgia. Sus acordes son olas que rompen suavemente contra la costa, envolviendo a la multitud en un abrazo sonoro que los transporta a un mundo donde la música y la alegría son la esencia misma de la vida. 

    El tres cubano llena el aire como los primeros rayos de sol que se cuelan entre los edificios coloniales, cálidos y rítmicos, invitando a los cuerpos a moverse con gracia y alegría.

    La flauta, como un susurro del viento que atraviesa las palmas y los balcones de hierro forjado, teje melodías etéreas que se elevan y caen, transportando a los oyentes a un mundo de ensueño y fantasía, lleno de misterio y encanto. Y la trompeta, brillante y vigorosa, resuena como el canto de un gallo al amanecer, anunciando el inicio de la fiesta. Sus notas se esparcen como chispas de fuego, encendiendo el ánimo y elevando el espíritu de todos los presentes, envolviendo el carnaval en una atmósfera de celebración y euforia.

    Estos instrumentos reflejan la mezcla cultural de la época, combinando influencias africanas, europeas y nativas que forman una rica tradición musical.

    Las plazas se llenan de una energía casi tangible, donde los corazones laten al unísono y las barreras sociales se desvanecen por una noche. Es un momento en que el tiempo se suspende, y la magia del carnaval envuelve a todos en un abrazo cálido y universal. La Habana, en esas noches, se convierte en un reino de fantasía donde el alma encuentra un respiro y la vida se celebra en su forma más pura y sincera.

    En medio del bullicio y el colorido deslumbrante de un carnaval, una chica hermosa de cabello rubio corre apresurada y asustada. Sus cabellos dorados, sueltos y ondeantes, reflejan la luz de las antorchas y faroles que iluminan la festividad nocturna.

    Su piel pálida contrasta con la intensidad de los tonos tropicales que la rodean. Lleva un vestido sencillo pero elegante, con volantes y encajes que se agitan con su prisa, como si fuera una criatura salida de un sueño.

    Su rostro, de facciones delicadas y mirada etérea, está marcado por el miedo, con ojos grandes y brillantes que parecen buscar desesperadamente una salida. A su alrededor, la multitud de carnavaleros enmascarados y disfrazados sigue bailando y celebrando, ajena a su urgencia. Las calles adoquinadas y las coloridas fachadas coloniales del entorno añaden un aire mágico y atemporal a la escena.

Mar Pacífico [Libro I: Cuba] BORRADORDonde viven las historias. Descúbrelo ahora