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Renjun no respondió, pero tampoco se apartó. Se estremeció y el corazón comenzó a palpitarle dentro del pecho, aunque no sabía si era porque estaba jugando con fuego o porque se sentía realmente atraído por Donghyuck.

Hyuck le acarició la mejilla y el pelo sin dejar de besarlo. Luego le acarició los labios, pidiendo la respuesta de Renjun. Pero al hacer eso, Renjun se apartó, seguro de que no era aquello lo que quería.

Donghyuck lo dejó y se quedó observándolo con un brillo en los ojos.

—Lo siento —dijo Renjun con voz temblorosa.

—¿Por qué?

Renjun no respondió, no podía. Lo único que quería era salir del coche. Buscó la manecilla de la puerta con una mano temblorosa.

—Tú has querido que te besara, Renjun —murmuró Donghyuck—. No sé qué es lo que piensas ahora mismo, pero recuerda que lo has deseado tanto como yo.

Las mejillas de Renjun se llenaron de rubor, porque sabía que Hyuck tenía razón. El había querido que lo besara, había querido saber qué se sentía al besar a otro hombre además de a Jaemin. Pero, en aquellos instantes, se sentía como un estúpido, y furioso consigo mismo por permitir que hubiera ocurrido.

Aquello animaba a Donghyuck a pensar que había para él un lugar en su vida, cuando eso no era posible. En su vida, sólo había sitio para Jaemin. Él era todo lo Renjun que quería. Maldito fuera. Mil veces maldito.

Al correr bajo la lluvia hacia la puerta de la casa, se preguntó si Jaemin les habría oído llegar. Miró hacia las ventanas, pero no vio nada a través de las cortinas. No lo había visto besando a Hyuck, pensó con alivio.

Jaemin tal vez estaría esperando que llegara en autobús, así que incluso si lo había oído, no habría asociado el ruido del coche con su llegada.

A la hora de entrar Jaemin no estaba en el salón. Miró por la puerta entreabierta del estudio, pero tampoco estaba allí. Lo encontró en la cocina.

—Has vuelto antes de lo que esperaba —dijo Jaemin, le daba la espalda porque estaba haciendo té. Estaba muy atractivo con un suéter negro y unos vaqueros. —Le dije a mi madre que se fuera a casa —dijo poniendo dos bolsitas de té en dos tazas— Estaba preocupada porque vio tu coche, pero tú no estabas por ninguna parte. Tendrías que haberle dicho que no ibas en tu coche.

—No arrancaba —le dijo—, así que tomé el autobús. Lo siento, no pensé que fuera a preocuparse. Mañana le pediré disculpas.

Se hizo un silencio. Jaemin todavía no lo había mirado. Estaba concentrado en la bandeja de té que estaba preparando. De repente, al ver la tensión de los músculos de su cuello, se dio cuenta de que estaba muy enfadado. Estaba tenso e hiciera lo que hiciese no lo miraba.

¿Lo había visto besando a Hyuck?

Con una sonrisa nerviosa exclamó; —¡Estoy empapado!

Quiso tener un tono alegre, pero fue patético. Tenía un gran sentimiento de culpabilidad. Se sonrojó. Si Jaemin lo miraba, se daría cuenta de que le ocurría algo extraño

— Me voy a dar un baño caliente —dijo Renjun nerviosamente, luego añadió—: ¿Has... has cenado? Puedo hacerte algo antes de que...

—¡No! —exclamó Jaemin tan violentamente que Renjun se sobresaltó. Se mordió el labio, observando el evidente esfuerzo de Jaemin por controlarse. Cuando Jaemin levantó la vista de la tetera, aunque sin darse la vuelta, contuvo la respiración. —No —dijo con más calma— ya he cenado, gracias.

—Vale... —dijo Renjun con vacilación, y salió de la cocina apresuradamente.

¡Los había visto!, se dijo mientras llenaba la bañera, y se estremeció, aunque no supo si era por miedo, culpabilidad o simplemente satisfacción por haberse vengado, aunque sólo fuera un poco.

Se fue a la cama muy tenso y listo para enfrentarse a Jaemin en cuanto subiera. Pero no subió. No subió en toda la noche.

 [ M. F ]      -     Renmin Donde viven las historias. Descúbrelo ahora